Moscú, 13 abr (dpa) – Separatistas prorrusos asaltan y ocupan desde hace días edificios administrativos en el este de Ucrania y por primera vez el gobierno de Kiev responde con la fuerza: la «operación antiterrorista» a gran escala lanzada hoy en la ciudad de Slaviansk, en la que se están registrando víctimas de ambas partes, no será el último enfrentamiento entre ambos bandos, pronostican los expertos.
Pero hace mucho que el conflicto ucraniano no se limita a las calles: en los medios se libra una dura batalla propagandística que alcanzó ya su punto álgido en la crisis de Crimea, cuando se difundieron mentiras y medias verdades sobre la península. Una vez más como en todos los conflictos, la verdad es la primera víctima.
Los medios estatales rusos controlados por el Kremlin intentaron dar la impresión de que «observadores electorales internacionales» garantizarían la transparencia y la limpieza del referéndum de Crimea. E informaron como si la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) hubiera dado su visto bueno a la consulta popular criticada internacionalmente.
Pero en ese momento ya estaba claro que el renombrado grupo no enviaría expertos a Crimea. Los «observadores electorales» no eran más que diputados de Rusia o de Israel invitados por la cúpula de la península, fiel a Moscú. No llama la atención que no se conocieran críticas especiales al referéndum.
En la cuestión propagandística, el presidente y ex jefe de los servicios secretos rusos, Vladimir Putin, considerado un maestro en manipular la opinión pública, lleva la voz cantante y en muchos casos lo hace personalmente. Por ejemplo, al afirmar que «la toma de poder» del gobierno prooccidental en Kiev desató una «crisis humanitaria».
«Cientos de miles de ucranianos huyeron a Rusia», aseguró, cuando en realidad las «pruebas gráficas» difundidas por el primer canal de la televisión rusa resultaron ser grabaciones de las salidas diarias de ucranianos a Polonia.
Sobre la propaganda de Putin, la Secretaría de Estado norteamericana llegó a decir que el mundo nunca había visto un «cuento ruso tan espectacular» desde que el escritor Fiodor Dostoyevski escribiera que el pensamiento «dos por dos son cinco» también resulta encantador.
Pero Washington también se permitió deslices importantes: Rusia no puede justificar la anexión de Crimea con la independencia de Kosovo, dijo por ejemplo el presidente estadounidense Barack Obama, y se refirió a un «referéndum reconocido internacionalmente» al hablar de la antigua provincia Serbia, cuando nunca lo hubo.
«Obama necesita un nuevo escritor de discursos», respondieron medios rusos. Y la radio «Echo Moskvy» añadió: «Nosotros mentimos con más credibilidad».
También el gobierno ucraniano se mostró muy creativo al hablar del conflicto, como cuando el ministro del Interior, Arsen Avakov, dijo que en el este de la ex república soviética edificios públicos ocupados habían sido desalojados con éxito en un momento en que los medios estaban informando precisamente de lo contrario.
Durante días también la cúpula de Kiev desmintió con firmeza que los soldados de Crimea estaban desertando y uniéndose a las unidades rusas, aunque al final reconoció que había «casos aislados». El diario «Serkalo Nedeli» comentó, mordaz: «Eso sólo se lo cree la gente sin conexión a Internet».
Mientras tanto, en las redes sociales circulan dos videos de la televisión rusa que ilustran bien la manipulación de las imágenes y la guerra propagandística: en ambos, un hombre herido llamado Andrei Petkov está sobre una cama.
Según la televisión NTV, es un soldado de Alemania que alistó a combatientes para luchar contra el gobierno prorruso de Viktor Yanukovich, ya derrocado. Sin embargo, para el canal Rossiya, Andrei Petkov es un supuesto manifestante moscovita atacado por fascistas prooccidentales.
«Vergonzosa propaganda», comentaba un usuario en las redes sociales. «¿No puede al menos ponerse la televisión un poco más de acuerdo?».
Por Wolfgang Jung y Andreas Stein