¿Perder para triunfar? El peligroso juego de Cameron en Bruselas

6325390w(dpa) – En estos días, los británicos vuelven a recordar con frecuencia a Margaret Thatcher. Piensan en aquella «dama de hierro» y su contundente «No.No.No.» a los planes de crear un «súper-Estado europeo». Con aquella famosa negativa, la entonces primera ministra anunciaba el fin de su mandato.

Sin embargo, escribía hoy el diario «The Guardian», Thatcher logró al menos conseguir ventajas para los británicos en Europa. Y en cambio, el actual premier, David Cameron, regresa de la cumbre de jefes de Estado y gobierno de Bruselas con las manos vacías, «aislado y furioso».

Con todo, Cameron cosechó el aplauso de la opinión pública por su «no» a la nominación de Jean-Claude Juncker como nuevo presidente de la Comisión Europea, que en la votación acabó imponiéndose por 26 frente a dos.

«El primer ministro ha mostrado que Reino Unido no se mantendrá impasible ante las reformas de la UE», escribió el ex ministro de Defensa «tory» Liam Fox en el diario «The Sun». Y para el también «tory» y euroescéptico Bernard Jenkin resulta «refrescante» que el líder de su partido por una vez no juegue según las normas previstas.

Justamente eso es lo que esperaba Cameron. El premier quería presentarse como un defensor incorruptible de la causa británica, como el candidato adecuado para renegociar los tratados de la UE de forma ventajosa para Reino Unido. Y así, por fin, convencer a los británicos para que voten en contra del bloque en el referéndum que ha prometido para 2017.

En este sentido, la lucha en torno a la nominación de Juncker tenía bastante de espectáculo, al menos desde que la canciller alemana Angela Merkel se vio obligada a apoyar al candidato conservador. A veces, hay que perder una «batalla» para ganar la «guerra», dijo Cameron.

Lo cierto es que la derrota en la lucha por Jucker proporciona a los británicos una ventaja estratégica, aunque, manteniéndonos en el símil bélico, en el frente interno sólo augura más problemas: y es que la nominación del supuestamente antirreformista Juncker echará más leña al fuego de los euroescépticos, que desde hace meses intentan librarse de Cameron.

La situación hace aumentar las esperanzas del líder del partido antieuropeo Ukip, Nigel Farage: en su opinión, la estrategia del premier no vale nada, pues no podrá lograr nada de Bruselas. Y se pregunta que si en los próximos dos años y medio no va a cambiar nada, por qué no votar antes, incluso antes de las elecciones parlamentarias del próximo mayo. Tal y como revelan las encuestas, no sería improbable la salida de Reino Unido del bloque.

La presión también aumenta desde el ala antieuropea del propio Partido Conservador de Cameron. Algunos celebran más o menos en secreto la derrota del premier como un triunfo para su causa, y tienen buenos motivos para ello: si el tira y afloja en torno a Juncker supone el fin de la lucha de Cameron por conseguir «reformas» -los británicos se refieren con ello a menos poder para Bruselas y más para Londres- será difícil que el premier consiga negociar algo que baste para reconciliar a su pueblo con la UE.

Nadie va a creer que Reino Unido será capaz de negociar un tratado realmente distinto con el bloque, señalaba el diputado «tory» Daniel Hannan. Y los diarios sentenciaban que el país está un paso más cerca de la «Brexit»: un juego de palabras entre «Britain» y «exit» que alude a la salida de Reino Unido de la UE.

Algo que también debería temer Cameron: y es que el premier no podrá vender como triunfos las vagas promesas de sus socios europeos, que afirman que tendrán en cuenta las preocupaciones de Reino Unido, permitirán distintas velocidades para la integración y que no se nombrarán puestos importantes si hay resistencias. Por eso, habló de «pequeños pasos».

Pero, ¿está dispuesta Bruselas a hacer mayores concesiones para contentar al país al otro lado del canal de la Mancha? El instituto de análisis Open Europe, en línea con Cameron, se muestra optimista: cuanto más probable sea la salida, más presionados se sentirán Alemania y otros países del bloque para actuar. Y podría ser que Reino Unido pronto sea «compensado» por lo ocurrido con Juncker.

Por Teresa Dapp