ASUNCIÓN (dpa) – Paraguay y otros países de América Latina preparan para junio una serie de homenajes al escritor Augusto Roa Bastos con motivo del 40 aniversario de la revolucionaria «Yo, el Supremo», considerada una de las obras cumbre de la literatura en español.
La Fundación que lleva su nombre y que encabeza su hija Mirta Roa, prepara una edición especial de la novela, con las ilustraciones originales de Carlos Alonso «más siete ilustraciones de jóvenes artistas, un estudio crítico, un glosario de palabras en guaraní y una cronología» contó Mirta a dpa.
«Es posible que la Academia de la Lengua Española haga una edición homenaje, como hizo ya con Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y otros. No tenemos respuesta pero es posible» agregó la mujer.
Junio es el mes clave. El mes de la publicación de «Yo, el Supremo», y el del cumpleaños de Roa Bastos, quien nació el 13 de junio de 1917 y murió el 26 de abril del 2005, a la edad de 87 años. «No sé si la edición especial estará para el 13, pero queremos que sea ese mes porque la novela se editó en ese mes y hacia él apuntamos», dijo Mirta.
La idea es replicar los homenajes en Brasil, donde «hay cinco núcleos que estudian su obra», en Uruguay, Venezuela, España y en Argentina, donde Roa Bastos vivió entre 1947 y 1976, cuando la dictadura argentina prohibió «Yo, el Supremo» y él decidió radicarse en Francia.
Pero este año no solamente es el aniversario de la mayor novela del escritor paraguayo. Aún para sus seguidores más fieles, puede pasar inadvertido el hecho de que también se cumplen 40 años de «El Pollito de fuego», escrito para una nieta que nació en ese mismo año de 1974.
«No sé cómo Roa pudo desprenderse del mundo de ‘Yo, el Supremo’ para escribir un cuento infantil. Seguramente por el impacto emocional que significa la llegada de un nieto», reflexionó Mirta.
Tal vez tenga algo que ver la característica de Roa Bastos de tratar siempre con la vida y con la muerte, ya que «Yo, el Supremo» es un relato complejo y crudo sobre el ejercicio del poder de José Gaspar Rodríguez de Francia, el «dictador perpetuo» que gobernó Paraguay, con distintas modalidades, entre 1811 y 1840, año de su muerte. El nacimiento de una nieta, en cambio, es el estallido pleno de la vida.
Pero los aniversarios no terminan allí. Este 2014 también se cumplen 20 años de la publicación de «Contravida», otra novela magistral de Roa Bastos que, sin embargo, no tuvo la trascendencia ni el reconocimiento de «Yo, el Supremo».
«Contravida fue una novela que tuvo mucho que ver con su vuelta a Paraguay y la visita a Iturbe, un pequeño pueblo (de la región de Guairá, al sureste de Asunción), donde vivió su infancia» y mantuvo contacto con la cultura guaraní y castellana, cuenta Mirta.
Fue una especie de retorno a los comienzos. «Es una novela que yo entiendo mucho y valoro, porque yo nací en Paraguay pero me fui muy chica. Y cuando volví también fue una especie de contravida», agregó la mujer.
En este 2014 también se cumplirán 25 años del Premio Cervantes, uno de los mayores galardones de las letras hispanoamericanas que se le concedió a Roa Bastos en 1989.
Casualmente fue el año en el cayó el dictador paraguayo Alfredo Stroessner mediante un golpe de Estado que encabezó el general Andrés Rodríguez, y que abrió el camino para el retorno a la democracia en ese país.
Pero Roa Bastos siguió viviendo fuera de Paraguay y no regresó hasta 1996 para dedicarse «a conversar con la gente, a dictar charlas en centros de enseñanza y a relacionarse con sus compatriotas», recuerda Mirta.
En el centro de Asunción, la capital de Paraguay, hay una «Casa Roa Bastos» que perpetúa su memoria, pero el departamento donde vivió sus últimos años, en el barrio Las Carmelitas, puede convertirse en un museo.
«Eso deseamos, aunque no depende solamente de nosotros», la hija del escritor, quien atesora esa vivienda como algo profundamente ligado a su padre y a su pueblo. «Cuando Roa estaba en casa pasaba el recolector de basura, por ejemplo, y le saludaba con un ‘buen día, maestro’.»
«La gente lo apreciaba mucho. Porque también se dedicaba a hablar por los medios de difusión. Esa es una parte de su obra no escrita», sostiene Mirta.
La vigencia de Roa Bastos, al menos en Paraguay «es total», asegura su hija. Y atribuye ese fenómeno justamente a la actitud de su padre de haber sabido acercarse a sus compatriotas, «aún a quienes nunca lo leyeron», y mostrarse como un ser humano común, de carne y hueso.
Por Carlos Castillos
