Sochi (Rusia), 23 feb (dpa) – España cerró Sochi 2014 con el mismo balance que los cinco últimos Juegos Olímpicos de invierno: cero medallas. Sin embargo, el sabor no es del todo agrio.
No hubo ningún podio pese a que los españoles tenían razones para soñar con ello, pero hubo dos diplomas, algo que los responsables del deporte ven como bálsamo tras la debacle de Vancouver 2010 y como semilla de cara a Pyeongchang 2018.
«Llevábamos una etapa en que no teníamos resultados y ahora por primera vez hay chicos que están compitiendo por medallas», valoró el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco.
«No tenemos tradición en invierno, tenemos las dos medallas de los hermanos (Francisco y Blanca Fernández) Ochoa. Pero el deporte español cada vez está más preparado. De Vancouver hasta aquí mejoramos las opciones de medalla», sostuvo Blanco.
Lo mejor de la actuación española en Sochi fue el cuarto puesto de Javier Fernández en el individual masculino del patinaje artístico, donde cometió un error que le alejó del bronce. El snowboarder Lucas Eguibar terminó séptimo en el cross con tan sólo 20 años y si mantiene su forma será un serio contendiente a medalla en Pyeongchang 2018.
Más allá de esos dos diplomas, del décimo puesto de Laura Orgué en esquí de fondo y de las buenas actuaciones de los otros patinadores, España vivió momentos para el olvido, sobre todo en el esquí alpino.
«Tenemos que ser realistas. El esquí alpino depende de los talentos y en España tenemos un censo de deportistas más reducido que en otros países. Y a eso hay que unir que estamos pasando por un momento de dificultad económica», señaló hoy el presidente de la Federación Española de Deportes de Invierno, Eduardo Roldán.
Carolina Ruiz, la gran carta española en la nieve, no llegó a la meta en las dos pruebas alpinas que disputó, mientras que las actuaciones masculinas acabaron la mayoría mucho antes de lo esperado.
La snowboarder Queralt Castellet, otra opción de podio para los españoles, falló en la final del halfpipe. Nadie esperaba una medalla del esquí de fondo y del biatlón, dos disciplinas sin tradición en España y en la que los atletas cumplieron con su papel.
«Creo que tenemos que ser positivos. Somos muy pocos los deportistas españoles que nos clasificamos a los Juegos de invierno y damos la talla», señaló a dpa Orgué, que soprendió con un décimo puesto en los 30 kilómetros de esquí de fondo.
«Somos bastante luchadores y ‘currantes’ (trabajadores), y eso no se refleja en la clasificación», reclamó.
España evidenció en Sochi la carencia de un tejido base en el deporte invernal. La mayoría de los atletas españoles en Sochi o viven fuera de su país o entrenan en condiciones mucho peores que los rivales con los que compiten en las pruebas internacionales.
«Yo entreno en casa», dijo a dpa Eguibar tras el snowboard cross. «No doy para más, o mejor, mis padres no dan para más», añadió el patinador Javier Raya, ahogado económicamente por su pasión.
El COE es consciente de los problemas económicos que viven los deportes invernales, pero eso no evita que siga soñando con algún metal en Pyeongchang 2018.
«Yo estoy convencido de que en Pyeongchang ganamos una medalla. Seguro, segurísimo», señaló Blanco, que no escondió su habitual optimismo.
España sólo tiene dos medallas en la historia de los Juegos de invierno. Y la última data de hace ya 22 años, el bronce de Blanca Fernández Ochoa en el slalom de Albertville 1992. Su hermano Francisco «Paquito» Fernández Ochoa logró la otra, un oro en la misma prueba 20 años antes en Sapporo.
En Sochi no llegó la tercera. El balneario a orillas del Mar Negro no fue el lugar del anunciado punto y aparte que pondría a España en el mapa olímpico invernal. Para ello tendrán que pasar al menos otros cuatro años.
Por Ignacio Encabo