(dpa) – El año pasado había unos 210 millones de móviles en desuso almacenados en hogares alemanes, según la asociación alemana del sector informático Bitkom. Esto significa que el 87 por ciento de los ciudadanos tenía al menos un móvil guardado en algún cajón de la casa. Desde 2015, esta cifra se ha más que duplicado.
Los teléfonos descartados pertenecen a la llamada mina urbana. A diferencia de la clásica mina de materias primas, el término describe las reservas de materias primas creadas por el hombre.
«Se trata de todos los bienes que los seres humanos hemos creado alguna vez», explica Britta Bookhagen, del Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales (BGR, por sus siglas en alemán). Los llamados depósitos antropogénicos incluyen puentes, coches, casas, lavadoras y teléfonos inteligentes. Estos últimos, por ejemplo, contienen oro, cobre y níquel, mientras que de los coches y puentes se puede extraer acero.
La Agencia Federal de Medio Ambiente (UBA, por sus siglas en alemán) escribe en su página web que en la consideración estratégica de la minería urbana es irrelevante «si los bienes se siguen utilizando activamente y solo se liberarán en un futuro previsible, o si ya han llegado al final de su vida útil», y añade que los metales y los minerales de construcción, en particular, suelen permanecer durante mucho tiempo en infraestructuras, edificios y bienes de uso cotidiano. «Durante décadas se han acumulado así enormes reservas de materiales que encierran un gran potencial como futura fuente de materias primas secundarias», informa la entidad.
Según la UBA, la economía alemana utiliza en el país unos 1.300 millones de toneladas de materiales al año, entre los que se incluyen productos como automóviles y materias primas puras. Especialmente en el caso de las materias primas metálicas y energéticas, Alemania depende en gran medida de las importaciones, como se desprende del último informe sobre la situación de las materias primas publicado recientemente por el BGR.
Sin embargo, las materias primas del mundo son finitas, la competencia internacional crece y los costes aumentan, al igual que la presión sobre los espacios naturales y sus ecosistemas. Felix Müller, responsable de minería urbana de la Agencia Federal de Medio Ambiente, señala que el reprocesamiento de metales o materiales de construcción, por ejemplo, puede contribuir a conservar los recursos naturales de la Tierra y, al mismo tiempo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación de las aguas subterráneas y la pérdida de biodiversidad.
La recuperación y el reciclaje no solo ayudan al medio ambiente: «La visión es independizarnos más de las importaciones de materias primas y, mediante procesos de valorización, convertirnos más bien en verdaderos productores de materias primas. De este modo, también podemos abrir un nuevo campo económico», afirma Müller. Según el experto, los yacimientos antropogénicos de Alemania se enriquecen con unos 550 millones de toneladas de material al año.
Müller añade: «Mientras las existencias de materiales sigan aumentando tanto, nos seguiremos alejando de una economía circular sostenible. Sin embargo, estas reservas encierran el inmenso potencial de cerrar ciclos materiales en el futuro mucho mejor de lo que hemos podido hacerlo hasta ahora. Para lograrlo, debemos fijar el rumbo y adaptar las condiciones marco». Por ello, el Gobierno alemán trabaja actualmente en una estrategia nacional de minería urbana.
«En la minería urbana no se trabaja con excavadoras y picos, sino reciclando, por lo que en cierta medida también es una tarea de toda la sociedad”, afirma la geóloga Bookhagen, al tiempo que aclara: «La minería urbana se refiere a productos al final de su vida útil«. La científica añade que solo cuando se han agotado todas las demás vías, como la reparación o la reventa, se comienza a considerar el reciclaje.
Actualmente, los cajones de los hogares alemanes albergan auténticos depósitos de oro. En un estudio realizado en 2020, Bookhagen y sus colegas llegaron a la conclusión de que los cerca de 200 millones de teléfonos móviles que permanecen guardados en los hogares alemanes contienen, entre otras cosas, unas 3,4 toneladas de oro, 1.300 toneladas de cobre y 520 toneladas de níquel.
Investigadoras del Instituto de Economía Alemana de la ciudad de Colonia calculan en un informe publicado recientemente que el valor del metal de los móviles en desuso ronda los 240 millones de euros. Teniendo en cuenta el valor material de los dispositivos vendidos en 2021, que asciende a 23,5 millones de euros, los teléfonos desechados podrían cubrir la demanda material de nuevos móviles durante más de diez años. Sin embargo, las propias autoras matizan el cálculo y señalan que la realidad es otra, «ya que no todos los teléfonos de cajón terminan reciclándose y tampoco son completamente reciclables».
Esta es precisamente la mayor dificultad de la minería urbana, afirma la experta Bookhagen: «Es muy difícil calcular qué materias primas se reintegrarán al ciclo de producción, y en ese caso, cómo y cuándo”. Por un lado, prosigue, no está nada claro cuánto acero o aluminio se utilizaba en un coche o una lavadora hace 50 años, ni cómo puede recuperarse y procesarse de la forma más sensata. Según Bookhagen, lo que se necesita son mejores datos. «Una cosa es cierta: el almacén urbano está creciendo y tiene un alto contenido de materiales reciclables», enfatiza.
Bookhagen añade que la extracción de materias primas de la minería urbana tiene mucho potencial para depender menos de las importaciones de materias primas y del aumento de los costes, y afirma que Alemania y Europa van por buen camino en comparación con otras partes del mundo. «Pero no debemos olvidar: aunque pudiéramos extraer todos los metales de la minería urbana, eso no cubriría nuestras necesidades de materias primas», puntualiza, y añade que, para eso, la avidez por las materias primas es demasiado grande.
Por Katharina Redanz (dpa)