(dpa) – La pandemia puso patas arriba la vida de mucha gente. En muchos países no se puede salir de vacaciones o ir a comer a un restaurante. Sin embargo, no todo debe ser desolación. Si se aprende a aprovechar algunas de estas circunstancias, puede hasta haber beneficios.
Algunos especialistas creen que quien aprende a aprovechar estas circunstancias hasta puede salir ganando, ya que los nuevos comportamientos y costumbres pueden ser beneficiosos para la salud, la convivencia y el medio ambiente.
La catedrática alemana Maren Urner es neurocientífica y explica en esta entrevista cómo perseverar en los objetivos de forma sostenida.
Pregunta: ¿Por qué caemos tan rápidamente en las viejas costumbres?
Maren Urner: ¡El hombre es realmente un animal de costumbre! Y eso tiene que ver básicamente con la forma en que funciona nuestro cerebro. Las investigaciones demostraron que entre el 90 y el 95 por ciento de nuestras acciones en un día promedio tienen que ver con la costumbre. Si hacemos algo con frecuencia, se van interconectando con más fuerza las estructuras responsables en el cerebro. Esto hace que los senderos muy transitados se conviertan en autopistas, por decirlo de alguna forma. Y estas autopistas no se eliminan de la noche a la mañana.
Pregunta: ¿Tiene consejos para que podamos mantener en el tiempo los objetivos que nos fijamos?
Urner: Un componente muy importante es el entorno social. Deberíamos rodearnos de personas que nos resultan inspiradoras, que nos apoyan. Podemos citarnos con ellas y fijar objetivos juntos.
También es importante fijarse objetivos intermedios. Nadie que nunca haya usado zapatillas de correr puede disputar al otro día un maratón. Por eso, lo mejor es empezar con pequeños objetivos intermedios. Esta receta sirve también para vivir de forma más sostenible. ¿Qué puedo cambiar, por ejemplo, esta semana? Si nos hacemos esta pregunta cada semana, probablemente hayamos logrado algunas cosas para fin de año.
Esos objetivos intermedios nos permiten darnos cuenta de que se pueden cambiar cosas. Esto hace que no nos sintamos impotentes ante el enorme desafío de perseverar en todos los ámbitos de nuestra vida.
Pregunta: ¿Cómo sería un objetivo intermedio así?
Urner: Hay grandes ámbitos en los que se pueden ir cambiando hábitos de forma sostenida: alimentación, movilidad, vivienda y el consumo en general. Al principio, cualquiera puede empezar preguntándose: ¿qué ámbito me es más fácil?
Si alguien ya es vegetariano, por ejemplo, un objetivo de este tipo puede ser alimentarse solo de plantas -es decir, como vegano- durante dos días a la semana. Quien, por el contrario, come carne todos los días, puede probar con el flexitarianismo (alguien que es vegetariano en casa pero acepta comer carne en eventos sociales, por ejemplo).
En cuanto a la movilidad, quienes viven en una ciudad pueden preguntarse: ¿necesito realmente un coche propio? Si renunciar al automóvil parece un paso demasiado grande, se puede empezar por usar la bicicleta o viajar en transporte público algunos días a la semana.
Siempre sirve ser sincero con uno mismo. ¿Dónde estoy parado? ¿De dónde vengo? Y luego pensar de forma realista qué se puede lograr en una semana o un mes.
Pregunta: Ya que se está renunciando a cosas que a uno le gustan… ¿debería uno regalarse una recompensa luego?
Urner: En este punto me gustaría repreguntar: ¿cómo definimos renuncia y cómo ganancia? Como neurocientífica estoy convencida de que todo pasa por nuestra cabeza. Por eso es muy importante cómo discutimos sobre estas cosas con nosotros mismos y también con la sociedad.
Se trata de renombrar las cosas. Entonces no digo «renuncio a la carne», sino «aprenderé nuevas recetas con verduras». No digo: «Renuncio al auto», digo «Viajar en bici en vez de en auto me permite darme cuenta por mí mismo qué tiempo está haciendo».
Si me fijo objetivos con otras personas puedo ganar contactos sociales y la sensación de poder cambiar algo activamente, gano además nuevas experiencias porque consumo otras cosas y paso mi tiempo de otra manera.
Pregunta: Las buenas intenciones suelen pesar rápidamente sobre la conciencia cuando no se cumple con los objetivos. ¿Cómo hacemos para salir de esta espiral?
Urner: Nadie puede cambiar su vida por completo de la noche a la mañana. Las buenas intenciones suelen fracasar porque las personas se fijan objetivos poco realistas y quieren lograr cosas demasiado rápido.
No deberíamos fracasar ante nuestras propias intenciones, sino trabajar con estos objetivos intermedios y ser amables con nosotros mismos. Si las cosas no salen bien todos los días, como se esperaba, eso no significa que hayamos fracasado y que por eso debamos volver a las viejas costumbres.
Por Christina Bachmann (dpa)