Macron y su papel en el conflicto sirio

París, 15 abr (dpa) – Hace tiempo que el presidente francés, Emmanuel Macron, no se calla nada respecto al conflicto sirio. Amenazó en numerosas ocasiones al presidente Bashar al Assad y el supuesto ataque químico en Duma, del que culpa al Gobierno sirio, supuso el traspaso de una «línea roja» para el Palacio del Elíseo.

Así que Macron, que apenas lleva un año en el poder, dio al Ejército francés la orden de atacar la madrugada del sábado objetivos del Gobierno sirio junto a Estados Unidos y Reino Unido.

Cercano Oriente es tradicionalmente uno de los escenarios de influencia de Francia, que combate allí desde hace años con la coalición internacional contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI).

«No queremos una escalada en la región», insistió Macron en varias ocasiones, pero debe respetarse el derecho internacional. El presidente, de 40 años, ya había afirmado el jueves en una entrevista que Francia tenía pruebas de que el Gobierno sirio fue responsable del ataque químico.

En esta crisis, Macron cierra filas con Estados Unidos y con su homólogo Donald Trump, con quien se reunirá en Washington a final de mes. Ambos líderes tienen diferencias en cuestiones como el cambio climático, pero aun así mantienen una buena relación personal. En la crisis siria el presidente francés evitó una retórica bélica y excesiva «a lo Trump», pero se manifestó firme y decidido al respecto.

Macron se destaca así de Alemania, que debido a su historia mantiene tradicionalmente un perfil militar bajo, aunque la canciller Angela Merkel apoyó la intervención en Siria.

Reino Unido actuó en la crisis con más prudencia, aunque finalmente se unió a Estados Unidos y Francia para el ataque. «El mundo está unido en su indignación por el uso de armas químicas, sobre todo contra civiles», dijo el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson.

La primera ministra británica, Theresa May, se mostró convencida del éxito del ataque, que calificó de «correcto y legal». Sin embargo, fue criticada por la oposición, entre otras cosas por no haber consultado primero al Parlamento.

También ha habido críticas en París. El líder del partido conservador Los Republicanos, Laurent Wauquiez, criticó los bombardeos. «No entiendo la utilidad ni el sentido de golpear por golpear para tener la sensación de haber hecho algo, sin que haya ninguna estrategia detrás», afirmó.

El político de izquierdas Jean-Luc Mélenchon también condenó lo que considera una «acción totalmente irresponsable», que no cuenta con un mandato de la ONU, ni con un acuerdo europeo o la aprobación de la Asamblea Nacional francesa. Pero lo cierto es que una de las competencias del presidente francés es ordenar misiones en el extranjero. También el arsenal atómico francés está bajo su mando y sólo necesita el permiso del Parlamento para misiones largas o declaraciones de guerra.

Macron, que tuvo que superar muchos obstáculos para llegar a la presidencia, usa ahora las competencias que esta le otorga. En el Palacio del Elíseo se muestra firme y a la ofensiva, aunque a menudo parece por ello aislado y despegado de la realidad. «Hago lo que digo», es su lema, y no deja que le afecten las críticas a sus políticas de reformas.

Ahora mismo el presidente francés se enfrenta a fuertes protestas sociales: el sábado volvió a haber huelga en el sector ferroviario, hay protestas en varias universidades y los pensionistas están indignados por la subida de los impuestos.

Macron quiere diferenciarse por todos los medios de su predecesor, François Hollande, que fracasó ante los retos de la presidencia. Y eso se aplica también al conflicto sirio.

Hace cinco años, Hollande se mostró dispuesto a lanzar ataques en Siria junto al entonces presidente estadounidense Barack Obama, también después de denuncias de ataques químicos. Pero cuando los aviones de combate franceses ya estaban listos para la misión, Obama dio marcha atrás. En París todavía no se ha olvidado aquello.

Algunas de intervenciones militares de Francia en los últimos años fueron criticadas. En 2011, el Gobierno galo participó en la intervención militar en Libia. El entonces presidente, Nicolas Sarkozy, sigue defendiendo la misión contra Muammar al Gadafi, pero sus críticos consideran que desestabilizó toda la región.

Por Christian Böhmer y Silvia Kusidlo (dpa)