Bagdad, 23 jun (dpa) – Oficialmente, el Ejército iraquí vendió su retirada de varias localidades en el norte y oeste del país como «medida táctica». Sin embargo, la elección de las palabras de un alto oficial no pudo ocultar que los soldados de Bagdad tienen poco que contraponer a la avanzada de las milicias del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS).
Las unidades del ISIS controlan en tanto junto a sus aliados locales enormes territorios e importantes puntos estratégicos. Cada vez tienen más éxito en consolidar su poder.
Los efectos para Irak son fatales. El país corre el riesgo de quedar sumido en una nueva guerra civil y dividirse en tres partes. En el norte y el oeste, el ISIS se encuentra encaminado como para crear un califato sunita con el objetivo de tomar también la capital, Bagdad. En el norte de Irak, los kurdos podrían aprovechar el momento y crear también un Esrado propio. A los chiitas les quedan los territorios en el sur del país, donde son mayoría.
Hay pocos indicios hoy en día de que el Ejército iraquí pueda recuperar los territorios perdidos y menos aún sin ayuda extranjera. Ya a principios de año los soldados de Bagdad fracasaron estrepitosamente con su intento de recuperar la ciudad de Faluya, en el oeste de Irak: el ISIS demostró ser fuerte y el Ejército iraquí más bien débil.
Washington no le pone muy buenas notas a las unidades de Bagdad. Un funcionario del gobierno estadounidense dijo al diario «The Washington Post» que el Ejército iraquí se encuentra ante el avance del ISIS frente a «un derrumbe psicológico». Hay miles de desertores. El Ejército es personalmente tan débil y está tan mal equipado que podría llevar años recuperar el territorio conquistado.
A la crisis parece quedarle una sola salida: la creación de un gobierno de unidad en el que sunitas y kurdos se sientan al mismo nivel que los chiitas. Sólo juntos, los tres grandes grupos del país podrán desplazar a los combatientes del ISIS. También por eso el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, pidió hoy al jefe de gobierno Nuri al Maliki en su visita sorpresa a Bagdad un gabinete de unidad nacional, algo que el político iraquí descarta por ahora, ya que ese paso significaría su renuncia.
Por su parte, los países vecinos observan el desarrollo de los acontecimientos en Irak con gran alarma, ya que una desintegración de Irak podría desestabilizar a toda la región. Un califato islamista del ISIS en suelo iraquí sería un peligro permanente para todos los vecinos. Los extremistas tendrían un lugar de retirada para preparar tranquilamente desde allí sus ataques. La guerra civil en Siria demostró lo rápido que puede afectar al país de al lado un conflicto: el ISIS aprovechó sus éxitos en Siria para atacar Irak.
La preocupación es especialmente grande en Jordania y Arabia Saudí. Los dos reinos ya fueron varias veces objetivo de terroristas islámicos tras la invasión estadounidense de Irak en 2003.
Para el Irán chiita, un dominio sunita del ISIS en Irak sería una amenaza potencial. En caso de resquebrajarse Irak, Teherán perdería una importante influencia en el país vecino. Hasta ahora, Irán ha sido el principal aliado de Al Maliki.
Una división de Irak también podría tener efectos considerables sobre la vecina Turquía, miembro de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Un Kurdistán independiente fue durante mucho tiempo uno de los temores de Turquía, que cuenta con su propia minoría kurda. Finalmente, los turcos kurdos podrían pedir un derecho similar.
Sin embargo, un estado tapón kurdo entre Turquía y un posible califato del ISIS podría tener cierto atractivo para Ankara. Hace poco, un portavoz del partido turco de gobierno AKP dijo al portal de noticias «Rudav» que los kurdos tienen el derecho a la autodeterminación en Irak. «Turquía no decide por ellos», señaló. De esta forma, es posible que los kurdos terminen siendo los únicos ganadores de esta situación y logren concretar al fin su sueño de un país propio.
Por Jan Kuhlmann
