Ciudad de México, 2 dic (dpa) – Andrés Manuel López Obrador caminó por la Plaza del Zócalo de Ciudad de México como en sus épocas de campaña: estrechó manos -con las dos al mismo tiempo-, firmó autógrafos, se dejó querer y en un mensaje de dos horas prometió un mundo nuevo.
Con López Obrador, que el sábado asumió la Presidencia de México como sucesor de Enrique Peña Nieto, un nuevo discurso y una era antineoliberal se instalaron en la segunda mayor economía de América Latina detrás de Brasil.
Después de tres décadas de liberalismo económico y apertura al mundo, con México convertido en una potencia exportadora pero amplios sectores de la población marginados de los beneficios, López Obrador está decidido a poner a la gente por encima del mercado y a mirar hacia adentro, más que hacia afuera.
Para eso enunció tres mandamientos («no mentir, no robar y no traicionar al pueblo») y presentó 100 compromisos que guiarán su Gobierno.
Prometió empleo, mejores salarios, un sistema de salud comparable con el de Canadá o los países nórdicos europeos, consultas ciudadanas, revocación de mandato, Internet gratuito en espacios públicos, petróleo en abundancia, gasolinas más baratas, becas, créditos, 100 nuevas universidades.
«No aumentará la deuda pública, no gastaremos más de lo que ingrese al erario», aseguró. «Haremos a un lado la hipocresía neoliberal. El Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando a la justicia social de la agenda del Gobierno».
En su discurso de investidura en el Congreso el sábado López Obrador pronunció la palabra pueblo 28 veces y arremetió contra el modelo neoliberal en 16 ocasiones.
Volvió a hacerlo después en un acto ante unas 150.000 personas en la Plaza del Zócalo, donde fue purificado con un ritual indígena y recibió un bastón de mando de los pueblos originarios.
Su ideal es el modelo económico de «desarrollo estabilizador» de México de los años 1954-1970, con un fuerte papel del Estado.
Después de su investidura, hubo de inmediato reacciones desde la oposición. «Nosotros vemos con preocupación un gobierno que promete mucho y que no dice cómo se va a hacer», dijo el presidente del Partido Acción Nacional (PAN, centro-derecha).
López Obrador, de 65 años, tiene mayoría en ambas Cámaras del Congreso y suficiente poder para poner en marcha su programa, que genera cierta inquietud en el sector privado.
«Poder salir adelante, generar valor y empleos es nuestro principal reto para abatir la pobreza. Esto se logrará si hay una inflación controlada y estabilidad en las variables, así como confianza para invertir», expresó el Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
Con Lázaro Cárdenas como modelo, un hombre que ejerció una Presidencia nacionalista y popular entre 1934 y 1940, López Obrador busca transformar a México con una nueva orientación económica y honestidad como forma de Gobierno.
Ya bautizó su proyecto como la «cuarta transformación» histórica, después de la Independencia de España en 1810, la Reforma de mediados del siglo XIX que separaron la Iglesia del Estado y la Revolución Mexicana de 1910-17.
Para López Obrador su «revolución pacífica» es casi una cruzada y sólo tiene un mandato para realizarla, ya que en México no existe la reelección.
«Trabajaré 16 horas diarias para dejar en seis años muy avanzada la obra de transformación», dijo. «Haré cuanto pueda para obstaculizar las regresiones en las que conservadores y corruptos estarán empeñados».
Por Andrea Sosa Cabrios (dpa)