Los libaneses luchan con toda su fuerza contra virus de la guerra

SIRIABeirut/Estambul, 19 nov (dpa) – En Líbano los atentados contra políticos es algo que se ha visto repetidamente, pero que decenas de civiles mueran en un atentado suicida no. Es por ello que preocupa y mucho el nuevo atentado registrado hoy en Beirut, que pone una vez más de manifiesto que Líbano está enfangada en la guerra siria.

La milicia chiita de Hizbollah envía a miles de combatientes cuando las tropas del presidente sirio, Bashar al Assad, necesitan un refuerzo. Grupos más o menos radicales sunitas ayudan a los insurgentes en el país vecino y todo ello repercute en la situación de Líbano. Tan sólo el horror de la propia guerra civil, que entre 1975 y 1990 obligó a huir del país a cientos de miles de libaneses, ha impedido que las milicias del país vuelvan a dispararse unas a otras.

Después de que un grupo terrorista sunita asumiera el doble atentado suicida ante la embajada iraní de hoy, los políticos sunitas intentan evitar que se agraven las tensiones entre sus grupos religiosos y los chiitas de Hizbollah, aliados con Irán. «Paciencia y a apretar los dientes», recomendó el jefe de gobierno designado, Tammam Salam. El influyente ex primer ministro Saad al Hariri declaró: «Este acto terrorista nos debería motivar de nuevo a apartar a Líbano del fuego que arde cerca».

La cúpula iraní ha preferido no manifestarse sobre las tensiones internas en Líbano, en las que está involucrada. En lugar de ello, el Ministerio de Asuntos Exteriores en Teherán acusó del ataque terrorista a Israel, en un acto casi reflejo.

Y cierto es que Israel en los últimos días ha ido aumentando la escala verbal contra Irán. La razón de ello son los avances en las conversaciones nucleares con Irán, que en Israel topan con un gran escepticismo. Sin embargo incluso los analistas más contrarios a Israel consideran tirada por los pelos la teoría de que el gobierno israelí vaya a enviar a dos terroristas suicidas a la embajada iraní.

Tampoco hay ningún indicio que incrimine a Arabia Saudí o Qatar en el atentado, tal como los acusa el gobierno sirio de Damasco. No obstante, nadie puede negar que algunos países del Golfo gobernados por fuerzas sunitas estén apoyando a los insurgentes sirios y que también algunos partidos y movimientos sunitas se benefician del dinero de la región.

A mediados de agosto, en un atentado en un barrio beirutí habitado sobre todo por seguidores de Hizbollah murieron 27 personas. Ocho días después perdieron la vida 42 personas en atentados contra dos mezquitas sunitas en Trípoli.

En esta ciudad del norte del país se registran continuos tiroteos entre seguidores y adversarios libaneses del régimen de Al Assad. Muchos libaneses consideran injusto que el conflicto sirio y la rivalidad entre Irán y los países del Golfo se viva en su país. Pero tampoco consiguen detener la espiral de violencia.

Por Anne-Beatrice Clasmann