Estambul, 15 feb (dpa) – Cuanto más se prolonga la guerra civil en Siria mayor es el riesgo de que crezca una generación de jóvenes sirios influenciados por extremistas con ideas radicales, sobre todo por salafistas que tienen estrechos vínculos con los Estados del Golfo.
«¿Nos puede garantizar que sus ideas liberales no infectarán a nuestros hijos?», pregunta la directora de la escuela de refugiados sirios en Estambul.
El fotógrafo estadounidense David Gross, que quiere organizar en la escuela un taller de arteterapia para niños que han estado en la guerra, logra tranquilizar a la directora. Solamente quiere fotografiar a los estudiantes mientras pintan, asegura.
De todos modos en la batalla por las almas dañadas de los 2,3 millones de niños que carecen o tienen sólo un acceso muy limitado a la educación por causa de la guerra civil en Siria, las ONG occidentales están en inferioridad de condiciones.
Desde hace mucho, en las zonas controladas por rebeldes sirios y en las comunidades de refugiados luchan partidos radicales islámicos y otros grupos con la ayuda de importantes sumas de dinero provenientes de los Estados árabes del Golfo.
En las escuelas del Frente Al-Nusra de las afueras de Damasco o la provincia de Alepo los niños aprenden a sumar y el alfabeto. Pero la atención se centra en una educación religiosa islámica suní, en la que se predica el odio a otras religiones.
En los videos que se emitieron las últimas semanas en los portales islamistas se puede ver, por ejemplo, como algunos en una madraza (escuela de Corán) algunos niños y jóvenes promueven la «guerra santa». Los niños tienen entre 5 y 14 años. Visten túnica negra y bandas en su frente con el credo islámico.
Los niños mayores cubren sus rostros con máscaras como los combatientes adultos del Frente Al-Nusra, que es considerado por las agencias de inteligencia occidentales como una organización terrorista.
Una pancarta con la inscripción «jóvenes leones del Frente Al-Nusra» está colgada en una de los salones de la mezquita utilizado como aula. Según los islamistas que propagaron el video, la filmación se realizó en los alrededores de la capital, Damasco.
«El objetivo de los salafistas es educar a una nueva generación de jóvenes llenos de odio. Al igual que hicieron los talibanes en Afganistán. En 20 años, estos niños serán un peligro no s lasólo para Siria. Por lo tanto es importante que los sirios modernos y ONG occidentales actúen como contrapeso», señala el sirio Alaa H. El joven productor de video, de 26 años, que huyó a Turquía en 2011 al inicio de la sublevación contra el régimen de Bashar al Assad, no quiere ver publicado su nombre completo.
En los Estados árabes vecinos los niños sirios refugiados pueden asistir en parte a las escuelas locales. En Turquía es difícil debido a la lengua extranjera. «No hay estadísticas exhaustivas, ya que siempre se abren nuevas escuelas o se deben cerrar escuelas existentes cuando se acaba el dinero para pagar a los maestros o el alquiler», afirma el asesor del gobierno provisional de la oposición siria para cuestiones educativas, Abderrahman al Haj. Actualmente hay 96 escuelas sirias, que fueron fundadas de forma privada o por organizaciones en Turquía.
La oferta de escuelas en la mayoría de los campos de refugiados sirios es escasa y a menudo llega demasiado tarde. Pero por lo menos hay un mínimo de control en cuanto a los contenidos de aprendizaje. En el campamento turco de Islahiye, cerca de la frontera con Siria se abrió hace unas semanas una escuela para 2.500 niños en colaboración con UNICEF.
Muchos de los alumnos que asisten a clase no han estado en la escuela en los pasados dos o tres años.
A Al Haj le preocupa que los grupos radicales utilicen la difícil situación de los desplazados y refugiados para difundir su ideología entre los niños: «Le están arruinando el futuro a estos estudiantes».
Por Anne-Beatrice Clasmann