Los efectos de las enfermedades “de niños” en los adultos

(dpa) – ¿Sarampión a los 20? ¿Sufrir eritemas infecciosos siendo un hombre adulto? Este tipo de situaciones ya no son infrecuentes. Cada tanto, hay casos de adultos con enfermedades infecciosas atribuidas normalmente a los niños.

De acuerdo con un estudio llevado a cabo por el prestigioso Instituto Robert Koch en Alemania, en 2017 más de un tercio de los casos informados de tos ferina o sarampión correspondieron a adultos.

Si bien los chicos atraviesan el sarampión, las paperas y otras enfermedades con más facilidad, en los adultos estas enfermedades suelen tener más complicaciones. La medicina aún no tiene del todo claro por qué esto es así. Se presume que el sistema inmunológico de un adulto reacciona con más virulencia contra una infección de este tipo porque es más fuerte que el de un niño.

Si bien la mayoría de los adultos supera estas llamadas enfermedades infantiles, suelen sentirse peor y más enfermos que los niños. La varicela, por ejemplo, es bastante desagradable para los niños pero a partir de los 20 no es realmente algo deseable. En casos extremos, hay adultos que han muerto por varicela en la terapia intensiva de un hospital.

También la mononucleosis infecciosa es mucho más complicada en adultos que en niños. Si se la tuvo antes de los diez años, probablemente uno apenas lo haya notado. Si se la tiene en la adolescencia, uno se enferma. Pero en la adultez puede ser devastadora.

Es importante que los adultos sean conscientes de las complicaciones que puede acarrear una enfermedad así. Las paperas pueden afectar los testículos después de la pubertad, lo que puede causar esterilidad; mientras que la rubeola en embarazadas puede causar también importantes problemas. Es decir que las enfermedades infantiles no son, poniéndolo en palabras simples, cosas de niños.

La mayoría de estas enfermedades pueden evitarse con vacunas, incluso en edad adulta. Sobre todo las personas nacidas después de 1970 deberían revisar si están vacunadas contra el sarampión. En estos años, muchas personas fueron vacunadas solo una vez o no fueron vacunadas contra el sarampión.

Para los médicos, el argumento que esgrimen muchos adultos de que pasan relativamente poco tiempo con niños y que por ello no deberían vacunarse es ridículo. Prácticamente no hay persona que pueda afirmar que no tiene ningún contacto con niños, salvo que viva completamente aislada de la sociedad, lo cual es casi imposible.

De todas formas, vale recordar que no es posible vacunarse contra todas las enfermedades infantiles. Contra la escarlatina, por ejemplo, no hay vacuna. Ante este tipo de infecciones lo mejor que se puede hacer es mantener distancia y mantener una buena higiene de las manos, sobre todo cuando se sabe que alguien del entorno tiene escarlatina. Estas recomendaciones sirven en general para todas las llamadas enfermedades infantiles, ya que suelen ser transmisibles con apenas una gotita. Es decir que una tos o un estornudo pueden llegar a contagiar.

Por Corinna Kuhs (dpa)