CIUDAD DE MÉXICO (dpa) – Mientras las tiendas se llenan de peluches, flores y tarjetas románticas para el día de San Valentín, un museo de Ciudad de México alista una exposición de corazones rotos con donaciones de almas decididas a hacer borrón y cuenta nueva.
Desde que se abrió la convocatoria a principios de enero, más de 1.000 personas han hecho donaciones para enriquecer la muestra que presentará en la capital mexicana el Museo de las Relaciones Rotas de Zagreb del 12 de marzo al 8 de junio.
Una mujer envió un vestido de novia quemado sólo hasta la mitad después de un divorcio, porque un rápido arrepentimiento le hizo apagar las llamas. Y un hombre se desprendió de un cuchillo con el que pasaba veladas románticas con su pareja preparando sushi hasta que ella se lo entregó para cortar de tajo la relación.
Tan grande ha sido la respuesta de los mexicanos, superando a las más de 30 ciudades donde hubo antes exhibiciones similares, que después del tercer día se tuvo que cambiar el mecanismo para recibir sus objetos.
Los organizadores pidieron a la gente que no llevara físicamente cada recuerdo sino que sólo los registrara por Internet, antes del 16 de febrero.
La exposición mexicana tendrá lugar en el Museo del Objeto del Objeto (MODO) de Ciudad de México, una institución joven y fresca ubicada entre galerías de arte en una casona Art Nouveau de 1909 de la tradicional Colonia Roma.
«El llamado fue a donar objetos de alguna relación rota, no necesariamente amorosa o sentimental. Pueden ser rupturas familiares, de comunicación, entre generaciones», dijo a la agencia dpa la directora del museo mexicano, Paulina Newman.
Cada objeto va acompañado de un texto que cuenta la historia y el significado. El contexto de la ruptura es parte central en el concepto del Museo de las Relaciones Rotas para invitar no sólo a la curiosidad, sino también a la reflexión.
El museo croata, que en 2011 recibió el premio europeo Kenneth Hudson por su originalidad y visión innovadora, lleva ya varios años recorriendo el mundo con muestras itinerantes en las que aumenta su acervo con donaciones de cada país.
Su origen también fue una ruptura. Cuando la productora cinematográfica Olinka Vistica y el escultor Drazen Grubisic rompieron en 2003 su relación amorosa de cuatro años, bromearon diciendo que necesitaban un museo para guardar tantos recuerdos.
Grubisic se quedó con la idea en la cabeza. Unos años más tarde llamó a su antigua novia para proponerle una exposición de relaciones rotas, para la cual también sus amigos donaron objetos. La muestra tuvo lugar en 2006 y fue el inicio de varias exitosas exhibiciones itinerantes, hasta que en 2010 el museo abrió una sede permanente.
El 60 por ciento de los objetos donados en México fueron entregados por hombres, la mayoría jóvenes, según se puede deducir de sus historias aunque no se les pregunta la edad.
«Hay historias que son desgarradoras y otras más divertidas, de rupturas entre novios, un poco más ligeras», dice Newman.
En total se exhibirán 50 piezas del museo croata y 120 mexicanas repartidas en dos tandas: 60 en las primeras semanas y las otras 60 en la segunda mitad de la muestra, todas de manera anónima.
Los donantes no seleccionados podrán enviar sus piezas a Croacia porque el museo en principio no rechaza ninguna aportación, salvo que sea ofensiva o discriminatoria.
«Esta exposición nos permite a nosotros como museo seguir con nuestra misión de contar historias a través de los objetos. Nos interesa mucho involucrar a la comunidad, que es muy participativa, y darle oportunidad a la gente de hacer estos cierres», dijo Newman.
La coordinadora del MODO, Mariana Huerta, enseña algunas de las piezas donadas que acomoda con cuidado sobre una mesa blanca del museo, en el que actualmente hay una exposición sobre el rock con discos de Elvis Presley y guitarras colgadas de las paredes.
Son los únicos objetos que está autorizada a mostrar, aunque tampoco es seguro que sean los elegidos al final de la convocatoria, esta semana: una esfera de poliestireno con alfileres y cuentas de colores incrustadas, un peluche, un cuchillo, dos Pokemones de cartón y un diario personal que ayudó a una mujer a poner fin a un amor dañino, al releer su propia historia.
Por Andrea Sosa Cabrios