(dpa) – La sangre provee al cuerpo de oxígeno. Si en el caso de un accidente grave o una gran operación se pierde mucha sangre, la vida corre peligro. Ahí es cuando se usan las conservas de sangre.

Según el profesor Andreas Humpe, por año en Alemania se transfunden unos 4,7 millones de litros de sangre o componentes sanguíneos. Humpe es director de la sección de medicina transfusional en la clínica de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich.
El médico decide
No se puede generalizar sobre cuándo es necesaria una tranfusión de sangre. Pero hay pautas con los valores límites, explica Kristina Hölig. «Por debajo de uno de estos valores límite, el organismo suele padecer daños si no recibe una transfusión».
Hölig dirige la sección de medicina transfusional de la clínica universitaria de Dresde y preside la asociación profesional de médicos transfusionales de Alemania.
El médico, además de las pautas generales, siempre debe tener en cuenta el estado general del paciente, dice. «Un joven de 20 años con el sistema cardiovascular sano compensa mejor valores bajos que un hombre de 80 años que ya tiene algunos problemas cardíacos, trastornos circulatorios en el cerebro o un pulmón que ya no funciona bien».
Riesgos bajos y reglas estrictas
Como con los medicamentos, también las transfusiones de sangre implican riesgos y efectos secundarios. Muchas personas temen una posible infección. Sin embargo, Hölig señala que el peligro es muy bajo. A ello contribuyó en gran parte la ley de transfusiones aprobada en Alemania en 1998.
Otro riesgo son los componentes inmunológicamente activos de los componentes sanguíneos, dice la experta. En la transfusión pueden generar una reacción en el otro paciente. También aclara que es difícil estudiar objetivamente los efectos a largo plazo.
Por otra parte, también existe el riesgo de confusión en el hospital.
Pero, a pesar de todo eso, Humpe resalta: «A fin de cuentas hay que decir que sin transfusiones de sangre no serían posibles gran cantidad de terapias que hoy en día ofrecemos a los pacientes».
En caso de duda, asesorarse
De todas maneras, los pacientes se pueden negar a una transfusión, dice Ruth Hecker, responsable de la seguridad del paciente en la Clínica Universitaria de Essen y presidenta de la alianza de acción por la seguridad de los pacientes (APS, según sus siglas en alemán).
«Los testigos de Jehová las rechazan por motivos religiosos, pero lógicamente cualquier paciente puede decir: ‘No la quiero porque me da miedo’».
Las dudas se pueden aclarar en diálogo con el médico. «Al igual que en el caso de un intervención quirúrgica, en el caso de una transfusión de sangre se recibe información sobre el tema. También en caso de una emergencia después se recibe información».
No hay prácticamente alternativas. La autodonación o donación autóloga sería una, pero se hace cada vez menos. «En el caso de muchos pacientes, ya no es posible hacerlo sin ponerlos en peligro debido a enfermedades secundarias o determinada edad».
Gestión consecuente de la sangre
En vez de eso, la recuperación de la propia sangre durante una operación ya forma mientras tanto parte del procedimiento habitual. Y además está cobrando importancia el llamado Patient Blood Management (PBM). Según Humpe, sin embargo, no es una alternativa a la transfusión de sangre sino un complemento.
«Uno analiza al paciente antes de una gran operación», explica Hecker sobre el PBM. Las preguntas típicas son: «¿Qué enfermedaeds tiene, cuáles son sus valores sanguíneos, qué se puede hacer para mejorarlos, se le puede dar, por ejemplo, hierro u otro preparado?». Además, en el hospital se le saca la menor cantidad de sangre posible.
Por Christina Bachmann (dpa)
