Por Jacqueline Goebel (dpa) – Jan Derksen sujeta el controlador de su vieja consola de juegos. De niño, durante muchos días, jugó con ella al «Super Mario». Hoy, las teclas se atascan y la tapa de la consola chirría. Derksen ha subido estos ruidos a su archivo online para sonidos en vías de desaparición.
Derksen, de 33 años, se califica a sí mismo como «salvador de ruidos». Junto con su amigo y socio Daniel Chun puso en marcha el proyecto «Conserve the sound» en la ciudad alemana de Essen. Hasta ahora han archivado 120 ruidos, tales como el golpeteo de las máquinas de escribir, el tableteo de una vieja cámara cinematográfica o el suave rozar de la manivela de la ventanilla de un coche. Estos ruidos están cayendo en el olvido y pronto pueden desaparecer totalmente. Al igual que el estridente pitido de un módem de Internet.
Desde hace siglos, la humanidad viene documentando su historia con imágenes. Sin embargo, sólo en las últimas décadas hemos logrado documentar también el sonido, dice el experto alemán en audio Karl Karst. Por ello, muchos conocimientos se han perdido. Por ejemplo, los sonidos de animales extintos hace mucho tiempo, pero también las voces de artistas antiguos o el sonido de armas viejas. Actualmente, nuestro mundo acústico apenas se conserva, dice Karst. «Estamos documentando nuestro mundo óptico, pero lo que muchas veces falta es saber cómo sonaba ese mundo».
En ocasiones, el efecto de los ruidos es más impactante que el de las señales visuales. Holger Schulze, profesor de diseño de sonido de la Universidad Humboldt de Berlín, dice al respecto: «Los sonidos tienen un efecto físico muy intenso» . Y agrega: «Sin que nos demos cuenta, los recuerdos de sonidos también pueden despertar recuerdos físicos. Entonces, no sólo nos acordamos de un ruido, sino de un entorno vital completo». Una canción de amor es capaz de suscitar recuerdos del olor de la antigua pareja, y los fuegos artificiales de Nochevieja pueden llevar de regreso al combate a los soldados traumatizados.
Muchos de los ruidos almacenados en el archivo «Conserve the sound» son recuerdos juveniles de Derksen. Durante años, las máquinas y aparatos sonoros estaban almacenados en su sótano. Hoy están en un armario gris en la ciudad de Essen: la máquina de escribir eléctrica con la que escribía sus primeros deberes escolares y el walkman con el que reproducía sus propias grabaciones en casete.
Según los expertos en acústica, los primeros intentos científicos de registrar y archivar nuestro mundo acústico se dieron en la década de los 70. Un equipo de científicos encabezado por el compositor e investigador de sonidos R. Murray Schafer viajó por Canadá y Europa para documentar el cambio de los ruidos ambientales. Schafer opina que los paisajes no sólo son visibles, sino también audibles.
¿Cómo suena el pasado? La historiadora estadounidense Emily Thompson es uno de los pocos que ha intentado investigarlo. Con viejas imágenes cinematográficas reconstruyó en una especie de museo online el ambiente acústico de los años 20 en Manhattan. En aquella época, los habitantes de Nueva York se quejaban en cartas dirigidas al alcalde de la contaminación acústica ocasionada por la radio y por las obras de construcción de los numerosos rascacielos en Nueva York.
Algunos ruidos importantes de su propia juventud todavía faltan en la colección, dice Derksen. «Por ejemplo, el timbre de llamada de Nokia, la melodía del Tetris o el sonido del Tamagotchi. Estos sonidos están protegidos por la ley de propiedad intelectual». De todas formas, estos ruidos probablemente están archivados por los fabricantes, por lo que aún no han desaparecido totalmente.