Johannesburgo (dpa) – Cuando su hija de tres años llegó del jardín de infancia y anunció que quería tener el cabello lacio y sedoso, la sudafricana Khulile Vilakazi-Ofosu se hartó de los ideales occidentales de belleza, porque su hija con rizos afro aspiraba a parecerse a las Barbies y a las muñecas con las que jugaba.
«Cuando éramos niños, se nos inculcó que solamente existe un ideal de belleza: cabellos rubios, largos y lacios», comenta la madre de la niña a dpa.
En realidad, durante largo tiempo no se había fijado siquiera en los juguetes de su hija, admite. Pero cuando la pequeña de tres años deseó tener el cabello lacio, le quedó en claro: «Algo tiene que cambiar».
Vilakazi-Ofosu resolvió rápidamente fundar su propia empresa de juguetes con la Sibahle Collection, con la meta de fabricar muñecas que se parecieran a los niños que jugaban con ellas. «Decidimos que nuestra marca debía ser representada por aquellos que son marginalizados por la industria de la belleza», sostiene.
Además de muñecas con cabellos afro, su compañía también produce muñecas con albinismo, una falta de pigmentación que se hace visible con piel clara. Los niños con albinismo frecuentemente son hostigados por sus compañeros, quienes los consideran «horribles» o incluso «embrujados», explica Vilakazi-Ofosu.
Por esa razón, los niños albinos también son víctimas de ataques de africanos supersticiosos. Algunos son secuestrados y descuartizados, porque se piensa que las partes de su cuerpo poseen poderes mágicos.
Pero ahora no solamente la Sibahle Collection combate estos prejuicios desde su local en Johannesburgo. También Malaville Toys, en Ciudad del Cabo, fabrica muñecas albinas, así como otras de piel especialmente oscura. «A menudo las personas de tez muy oscura son objeto de burlas en sus propias comunidades debido al color de su piel», explica la fundadora de la empresa, Mala Bryan.
En la página de Instagram de Sibahle Collection, los padres compartieron imágenes de sus hijos con las nuevas muñecas. En un video, por ejemplo, se ve a una niña pequeña que desborda de alegría al desembalar su muñeca, «porque por primera vez se ve a sí misma», explica Vilakazi-Ofosu.
Y en el caso de la muñeca albina, agrega la empresaria, «hay muchos adultos que se la compran para ellos». Muchos clientes desean haber podido tener durante su infancia una muñeca semejante, acota.
Entretanto existe también una muñeca con vitiligo, una enfermedad de la piel que se caracteriza por la aparición de manchas blancas. Vilakazi-Ofosu diseñó este modelo junto con su socia Caroline Hlahla, de Zimbabwe.
Vilakazi-Ofosu no se dejó impresionar demasiado por las muñecas negras que encontró previamente en el mercado. Muchas de ellas ni siquiera tenían la apariencia de niños africanos, indica.
El problema de encontrar muñecas adecuadas para los niños también es un tema que ocupa a los adultos europeos. En Alemania, por ejemplo, la muy esbelta Barbie de gran busto es discutida desde hace tiempo.
Hay estudios que demostraron que las muñecas con las medidas corporales distorsionadas pueden favorecer una imagen corporal alterada o generar anorexia entre las niñas, explica la investigadora de género Stevie Schmiedel, de la organización de protesta Pinkstinks.
Entretanto, los fabricantes de juguetes convencionales también están volcándose a la diversidad. Así, por ejemplo, el gigante estadounidense Mattel ofrece en su serie «fashionistas» muñecas Barbie con cuatro proporciones corporales diferentes, nueve colores de piel, cuatro colores de ojos, 11 colores de piel y 11 peinados distintos.
Sin embargo, los clientes prácticamente no las compran, advierte la directora de Pinkstinks. «Al igual que antes, a través de Instagram y de ‘Germany’s Next Top Model’ sigue habiendo demanda por las Barbies clásicas muy esbeltas», afirma Schmiedel.
Además, en África se suma la herencia de la historia colonial. Como la piel blanca y los cabellos lacios continúan siendo considerados como algo codiciado, las mujeres jóvenes invierten mucho dinero en el dañiño blanqueamiento de la piel y el alisado de su pelo, apunta Schmiedel.
«Por eso en ese caso es muy urgente que justamente las niñas africanas, pero también los varones, logren una mayor seguridad en sí mismos y se les transmita el sentimiento: ‘somos negros y podemos estar orgullosos de ello’», considera la investigadora.
En la página web de Mattel hay Barbies negras con cabellera afro. Sin embargo, tienen una apariencia completamente distinta a la de las muñecas de la Sibahle Collection.
«Quisimos una muñeca con una nariz plana y mejillas redondas, que tenga la apariencia de una niña y no demasiado sexualizada», explica Vilakazi-Ofosu. Además los vestidos de las muñecas están confeccionados con telas locales con estampados coloridos.
Sin embargo, son pocas las familias sudafricanas que pueden permitirse acceder a estas muñecas fuera de lo común, porque las dos fabricantes de juguetes locales producen en el exterior, lo que eleva los costos.
En Malaville Toys una muñeca albina cuesta unos 350 rand (aproximadamente 22 euros o 24,50 dólares), y una muñeca de la Sibahle Collection llega incluso a 440 rand (aproximadamente 28 euros o casi 31 dólares).
«Esperamos poder colaborar con organizaciones no gubernamentales», comenta Vilakazi-Ofosu. Y añade que, con el respaldo de la opinión pública, se propone donar algunas de sus muñecas a personas que realmente las necesitan.
Por Kate Bartlett y Gaby Mahlberg (dpa)
Foto: Khulile Vilakazi-Ofosu/Sibahle Collection/dpa