Las esparragueras son plantas que normalmente no se tendrían en un jardín: dependiendo de la variedad, sus espinas pueden ser muy afiladas y, por lo tanto peligrosas, así que manipularlas supone un riesgo si no se hace con cuidado. Pero son unos de los alimentos más esperados de finales del invierno. La cuestión es por qué.
De las 400 especies que hay en todo el mundo en España solo hay silvestres unas pocas, siendo las más interesantes las siguientes: Asparagus acutifolius, fácilmente reconocible por sus hojas alargadas que recuerdan a las de pino; Asparagus officinalis que tiene un aspecto plumoso y muy ramificado; y Asparagus horridus, que es la que más destaca pues aunque es espinosa, sus garras o espárragos son los más apreciados en la cocina.
Propiedades de los espárragos
Independientemente de si son blancos o verdes, o de una esparraguera con hojas reconvertidas en agujas o no, estos alimentos consumidos como verdura aportan muchos nutrientes al organismo. Por ejemplo, contienen alrededor de 1,5 gramos de fibra, gracias a la cual nos resulta más fácil terminar la digestión; también son unos aliados muy buenos para retrasar los signos del envejecimiento, ya que poseen una gran cantidad de antioxidantes.
Y eso por no hablar de que poseen además dos tipos de vitaminas: C y E. Con ellas es posible tener un sistema inmunológico mucho más saludable, y por consiguiente, mejor preparado para actuar en caso de infección.
Cultivo de los espárragos
Si bien es muy recomendable aprovechar los días de buen tiempo del invierno para salir a caminar por el campo y coger unos cuantos espárragos, también lo es tener unas cuantas plantas en casa. Esto además ofrece varias ventajas, ya que es una manera de asegurarse de que no han sido tratados con productos químicos, los cuales podrían ser tóxicos; asimismo, se tiene la oportunidad de adelantar un poco la temporada, pues hoy en día es muy fácil conseguir en cualquier vivero o tienda de jardinería un germinador de semillas eléctrico, con el que recibirán el calor necesario para brotar.
Así, lo primero que se ha de hacer es sembrar las semillas. Si esto se va a hacer en el exterior, hay que esperar a que llegue la primavera, o como mínimo a que la temperatura mínima empiece a ser de diez grados o más. En el caso de que siembren dentro de casa, se puede hacer en cualquier momento del invierno.
Es importante utilizar una maceta o bandeja con agujeros que contenga sustrato para huerto urbano, o uno que sea específico para semilleros. Asimismo, es necesario que se pongan solo dos semillas en cada recipiente, pues de este modo las futuras plantas podrán crecer a buen ritmo, sin que se cree competencia entre ellas.
Si están en un sitio con luz, y si se va manteniendo el sustrato húmedo, las semillas germinarán en un plazo de diez a veinte días. Durante ese primer año lo más habitual es que aún no produzcan espárragos, pero a partir del segundo sí será posible empezar a cosecharlos. Pero, ¿qué es un año sabiendo que se van a poder comer durante muchas temporadas, y conseguir con ello una mejor salud? Sin duda, su cultivo en macetas merece mucho la pena.