La vuelta a casa del marino que tenía espíritu «rutero»

6392301wLima, 20 jun (EFE).- Si se dice de un personaje público que es un «símbolo de integración» entre España, México, Canadá, Estados Unidos y Perú bien podría relacionarse con la actual Ruta BBVA, esa especie de «Sociedad de Naciones iberoamericanas», como la denomina el fundador y director de aquella, Miguel de la Quadra-Salcedo.

Ese personaje, marino y explorador de la Armada española, con inquietudes comerciales y científicas, fue el peruano de ascendencia española Juan Francisco de Bodega y Quadra (1743-1794), que dibujó mapas y dejó diarios de viaje de sus travesías por la costa oeste de Estados Unidos y Canadá, incluido Alaska.

Y hoy, en la segunda jornada de la etapa peruana de la Ruta 2014, los jóvenes fueron testigos del homenaje histórico y familiar que se hizo a una figura al que Andrés Ciudad, subdirector de este programa académico-cultural, denominó «hombre de la Ilustración española».

Además del aspecto militar de sus exploraciones, estas tenían el objeto de «cartografiar toda la costa, poner la bandera en unos nuevos dominios y enterarse de hasta qué punto los rusos se habían expandido porque había mucho comercio en juego», detalló a Efe Ciudad.

Su preocupación científica y cultural hizo que de esos viajes quedase «un rico acervo de los pueblos que había en torno a la frontera de Canadá con Estados Unidos», que, a partir de ahí, experimentaron un cambio «inmediato», por lo que este quedó «fijado, fotografiado, a partir de esa expedición».

Durante el homenaje, celebrado en el Museo de Sitio Bodega y Quadra de Lima, Rodrigo de la Quadra-Salcedo y Ximena de la Quadra-Salcedo, hijo y nieta, respectivamente, del director de la Ruta BBVA, entregaron un busto de Juan Francisco de Bodega y Quadra, traído desde España y que es una réplica de los ya existentes en ese país, en Canadá y en México.

A este acto de reconocimiento al marino que navegó entre 1774 y 1778 desde el puerto de San Blas (actualmente México) hasta Alaska, asistieron, entre otros, Juan Carlos Sánchez Alonso, embajador de España en Perú, y representantes diplomáticos de Estados Unidos, Canadá y México.

Rodrigo de la Quadra-Salcedo declaró a Efe que fue un «empeño personal» de su padre que un busto de su antepasado estuviera también en Lima.

«Gracias a aquella expedición española se permitió llegar al conocimiento de las tribus de América, que por entonces eran desconocidas. Gracias al trabajo de Bodega y Quadra, Canadá habla inglés; si no estaría hablando ruso», agregó.

Los ruteros conocieron la casa que fue de Juan Tomás de Bodega y Quadra y Francisca de Mollinedo, padres del marino, en el siglo XVIII, pero cuyo origen se remonta al siglo XVI, cuando pasó de ser propiedad de Alonso Riquelme, tesorero de Francisco Pizarro, el fundador de Lima, a «la primera carnicería de la Ciudad de los Reyes», como explica a Efe Miguel Font, director del Museo de Sitio.

«También fue rastro, el lugar donde se mataba a las reses. Hemos encontrado muchos restos óseos, que aún están en proceso de estudio, y entre ellos había de cordero y hasta de jabalí», asevera.

Tras el paso de las familias De la Cueva y Altolaguirre, es la Bodega y Quadra la que se establece en esa vivienda y se convierte en la «elite comercial del virreinato», apunta Font, quien comenta como una posibilidad nada descartable que Bodega y Quadra llevase aguardiente a Norteamérica como una forma de costear sus viajes.

Los ruteros completaron su paseo por el centro histórico de Lima con las visitas a la plaza de Armas, donde fueron recibidos en la Municipalidad (Alcaldía), y a la cercana Casa de la Literatura Peruana, que se levanta sobre una antigua estación de ferrocarril y una más antigua iglesia jesuita que compartía algún muro con el actual Museo de Sitio Bodega y Quadra.

La Ruta BBVA, que en 2014 celebra su vigésima novena edición, con 204 jóvenes de 21 países, recorre, hasta el próximo 21 de julio, tierras de Perú y de España bajo el lema «En busca de las fuentes del río Amazonas. El misterio de la danza de los cóndores».

Durante unos 45 días, los ruteros tienen la opción de conocer otras culturas e intercambiar experiencias de diferentes nacionalidades. Con la salvedad de las circunstancias de unos y otros, el tiempo transcurrido y las motivaciones personales, podría decirse que Bodega y Quadra también tenía un espíritu rutero.