Hannover (dpa) – Casi todos los días Teresa Enke pasa por la calle que lleva el nombre de su difunto marido de camino a la escuela de su hija Leila.
También pasa delante del estadio HDI Arena, donde Robert Enke era respetado y vitoreado por los hinchas del Hannover y donde unas 40.000 personas se reunieron hace 10 años el 15 de noviembre para rendir tributo al arquero del seleccionado alemán que se había quitado la vida cinco días antes.
Teresa Enke, de 43 años, reveló el día posterior a la muerte de su marido que padecía de depresión y ahora es la presidenta de la Fundación Robert Enke, creada en 2010 para ayudar a otras personas que sufren esa enfermedad que aún sigue siendo un tabú en el mundo del deporte y en general.
«Creíamos que podíamos manejarlo con amor. Pero no siempre se puede», dijo Teresa Enke en aquel entonces.
La noticia de la muerte de Enke, que se produjo tres años después de la de su hija Lara a los dos años por un problema cardíaco, conmocionó a la comunidad futbolística y a toda Alemania.
Theo Zwanziger, entonces presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB, según sus siglas en alemán), dijo en la misa en memoria de Enke que se realizó en el estadio que «el fútbol no lo es todo».
Pero Teresa Enke siempre insistió en que el fútbol, con su presión a veces brutal, no fue la razón de su depresión. «El fútbol no lo llevó a su enfermedad», afirma a dpa en una entrevista cerca del estadio en Hannover. «Cuando estaba sano, no lo afectaban la presión y el estrés del fútbol profesional».
Enke está convencida de que la muerte de su esposo aumentó la conciencia sobre el tema. «Se volvió un gran tema público», señala. «Su muerte generó todo eso porque mucha gente quedó consternada».
«Era un deportista exitoso que había sufrido el duro golpe de la muerte de su hija y que justo había sido padre otra vez, que finalmente había llegado a vestir la camiseta de la selección nacional y que era completamente independiente en lo económico», recuerda.
«Era una vida que nadie asocia con la depresión. Pero luego todo el mundo entendió: no importa si eres exitoso o rico, es una enfermedad que puede afectar a cualquiera».
Teresa Enke considera que el fútbol nunca cambiará y que los jugadores enfrentan aún más presión a través de las redes sociales pero también destaca que ahora hay más psicólogos y mecanismos disponibles para los atletas que sufren de depresión.
Valentin Markser, un psicólogo que trató la depresión de Enke, no está tan seguro de eso y hace poco comentó que el sistema en realidad no cambió tanto y «sigue en el mismo nivel de 2009».
«Hay un gran malentendido: El deporte de alto rendimiento no apunta a la salud. La salud simplemente se da por sentada a lo largo de toda una carrera», señala Markser.
El entrenador del Hannover Mirko Slomka pidió que la depresión se convirtiera en un contenido clave en la formación de los técnicos.
Teresa Enke no cree que ahora haya más personas que padecen depresión sino más bien que son más las que buscan activamente ayuda médica, aunque hacen falta más lugares para hacer terapia y mejores tratamientos para personas con depresión severa.
Su gran sueño es que la depresión pueda ser diagnosticada de forma más objetiva a través de una resonancia magnética o de un hemograma. La Fundación Enke desarrolló una aplicación que se promociona con las palabras: «No pudimos salvar a Robert Enke. Pero a ti sí».
«Eso demuestra que siempre tienes la posibilidad de volver. Robbi lo demostró varias veces. Regresó como arquero de la Bundesliga después de su severa depresión en Barcelona y Estambul, e incluso se convirtió en el número uno de la selección nacional. Trabajó duro por ello, a pesar de la muerte de su hija y a pesar de su primera depresión en 2003», dice Teresa Enke.
Añade que, como con otras enfermedades, algunas personas como Robert Enke simplemente no pueden ser curadas de la depresión y que por eso no le gusta la expresión suicidio. «La depresión le hizo creer que el suicidio era la única manera de deshacerse de su mal. ¡Qué decepción fatal!», añade.
Teresa Enke y su hija adoptiva Leila, que tenía nueve meses cuando Robert Enke se quitó la vida, regresaron a vivir a Hannover hace dos años, tras pasar seis años en Colonia.
«Fue difícil al principio porque los recuerdos eran muy dolorosos y yo intenté mantenerme alejada de ciertos lugares», dijo a su regreso. «Pero los humanos somos criaturas de costumbres y en algún momento ya no te golpea tanto».
Teresa Enke es una figura visible con su trabajo en la fundación, pero no permite que el público se meta en su vida privada. «Estoy bien. Ahora recuerdo a Lara, a Robbi y todo el tiempo que compartimos con gratitud y alegría», dice. «Pero si alguien me hubiera dicho hace diez años que sería feliz otra vez no le habría creído».
Más allá de algunos eventos especiales de la fundación, incluido alguno con el presidente del Bayern Múnich, Uli Hoeness, su familia, la madre de Robert y sus amigos también se reunirán en Hannover para el décimo aniversario de la muerte pero no quieren que sea un día triste.
«Más bien vamos a celebrar. No nos pondremos tristes sino que nos contaremos anécdotas graciosas. Siempre imagino a Robbi sentado allí junto a Lara, mi madre y mi padre. Nos miran y están bien. Aún tengo esa fantasía infantil», dice Teresa Enke.
Por Claas Hennig, Sebastian Stiekel y Lars Reinefeld (dpa)