La Nochebuena gitana, una fiesta en familia donde reina la música y el baile

5815010wMaside (Ourense), 25 dic (EFE).- La alegría ha reinado este martes en cada rincón de A Fontela, en Maside (Ourense), lugar donde se erige uno de los poblados gitanos más representativos de la provincia, alejado del ajetreo de la ciudad.

A semejanza de la cultura «paya», el 24 de diciembre para los gitanos supone un acto central en la celebración de la Navidad, junto al día de Fin de Año, una de las fechas más esperadas y un buen motivo para que se junte toda la familia.

Juan Navarrez, acompañado de su esposa, Concepción Montoya, comparte con EFE los preparativos de la primera parada, la Nochebuena, y cuenta que lo habitual es «cenar primero cada uno con los suyos en su casa o chabola».

Posteriormente, al acabar, «nos juntamos todos en un mismo sitio, habitualmente en la casa más grande, y cantamos y bailamos hasta que el cuerpo aguante».

La Nochebuena gitana, un calificativo que les gusta, representa «algo muy importante» para esta cultura.

De hecho, es habitual que empiecen a juntarse desde primeras horas de la mañana, y a lo largo de todo el día, hasta que llega la hora central, a partir de las 19:00, cuando empiezan ya «las celebraciones más oficiales».

Con este interlocutor está también otra persona, Silvia, y en su caso indica que en esta fecha marcada con un círculo rojo en el calendario lo normal es vestirse con los mejores atuendos a partir de la tarde.

Posteriormente, disfrutan, como anteriormente había avanzado Navarrez, de una gran mesa de parientes, antes de reunirse con el resto de compañeros. Este año la previsión era superar el centenar, entre tíos, primos, sobrinos, nietos, y así, un largo etcétera, incluidas las amistades.

El objetivo es pasar una «noche muy especial», donde todo esté copado por la alegría y la música, hasta «que el cuerpo aguante».

En esto también coinciden.

Una de las características propias de la Nochebuena gitana es que las mujeres se encargan de la elaboración del menú, a base de platos tradicionales compuestos con todo tipo de carnes, «y nunca falta» cordero, pavo y pollo.

La bebida se adquiere y de ello se encargan los hombres.

En el caso de A Fontela, los adornos navideños o religiosos no presiden los hogares, como sí ocurre en otros poblados similares.

«Hace años los niños solían encargarse de poner el nacimiento o el árbol de Navidad», recuerda Concepción Montoya, pero esto, añade a su lado su marido, se ha perdido, y la tradición se ha reducido a un encuentro familiar.

Más allá del jolgorio de estas reuniones, una mujer detalla a EFE que vive este festejo, en 2013, con algo de pena al haber fallecido «no hace mucho» una de las más ancianas del lugar.

En la cultura gitana es costumbre recordar a los miembros que faltan, con respeto y evidentes muestras de dolor hacia el difunto.

Al hilo de este apunte, los más pequeños exhiben, con gran arte y sin pudor, sus dotes para el baile, «innato» en ellos, concretan.

Se mueven frente al aparato de música o la pantalla del televisor.

Lorena R. de la Torre