Aranda de Duero (España), 15 ago (dpa) – La temporada española de festivales musicales veraniegos vivió la noche del jueves uno de los momentos más esperados. A sus 71 años, Raphael llenó el escenario principal del festival alternativo Sonorama Aranda, que se celebra hasta el domingo en la localidad de Aranda de Duero. Entre el público, tanto los jóvenes «hipster» habituales como grupos de mujeres de mediana edad, coreando todos con el mismo entusiasmo éxitos como «Escándalo» o «Como yo te amo».
«Es EL concierto» de este festival, aseguraba poco antes de la actuación Alba, de 26 años. «No es su ámbito natural, pero parece que le van los retos», agregaba. Y es que actuar en un festival de este tipo es una de las pocas cosas que le quedaban por hacer a un artista que ha grabado más de 50 discos, representado a España en dos ocasiones en Eurovisión, interpretado a la vez a Jekyll y Mr. Hyde en un musical y recibido el primer disco de uranio del mundo, por la venta de más de 50 millones de copias.
«Si quiere darse a conocer a las nuevas generaciones, si sigue sacando discos, tendrá que llegar a este público», afirmaba por su parte Isabel, de 55 años, acompañada por su marido. «Si se conforma con cincuentones como nosotros, malo».
El pasado enero, el anuncio del fichaje de Raphael como cabeza de cartel del festival provocó reacciones que fueron desde la incredulidad al entusiasmo, y no sólo entre los incondicionales del Sonorama. En Aranda, municipio enclavado en la Ribera del Duero, en el centro-norte español, la primera impresión fue que «qué pintaba Raphael en un festival como este», comentaba Félix, hostelero de la zona. «Al final la gente se ha convencido de que hay que dar cabida a todos los artistas, y él es un artista representativo y que abre las puertas a otro tipo de público».
«Hoy es uno de esos días en que me alegro mucho de ser artista», saludó el cantante de Jaén, ataviado a su más puro estilo: traje y camisa de un negro absoluto, roto solo por los lunares blancos de su corbata y las tachuelas de su cinturón.
Durante casi dos horas Raphael alternó éxitos como «Mi gran noche», que sigue escuchándose en bares y fiestas de toda España, con canciones menos conocidas entre los más jóvenes y temas de su nuevo disco, «De amor y desamor». Además interpretó a dúo «Hablemos del amor» con la cantante Vega, «Qué sabe nadie» junto a Alberto Jiménez (de Miss Caffeina) y «Estuve enamorado», con Juan Alberti, de Niños Mutantes. «Yo creo que al Sonorama le gustas mucho», le dijo a Raphael este último, cuyo grupo versiona desde hace años «Como yo te amo».
El público más «indie», que decayó por momentos con los temas más lentos o menos populares, se vino arriba cuando llegó «Escándalo», se emocionó con su versión de «Gracias a la vida» y ovacionó cada uno de los estudiados gestos del cantante, casi teatrales. Si Raphael se quitaba la chaqueta con una elegancia cercana a la chulería, el público estallaba en aplausos, pasando por alto algunos momentos de desafine. Por no hablar de los vítores que arrancó casi al final del concierto al romper con una silla un espejo al concluir un tema.
«Oe, oe oe oe» tarareaba parte del público, casi como de un partido de fútbol se tratase, mientras en primera fila las fans más incondicionales se entregaban a un Raphael fiel a su estilo en medio de un público muy diferente al que suele llenar sus conciertos.
La expectación despertada por la presencia del cantante se dejó sentir también en forma de carteles, en los que podían leerse frases como «Un Sonorama de escándalo» o «Raphael, cántame el tamborilero», en referencia al popular villancico. Y es que en una noche inédita, algunos echaron de menos algunas de las canciones que han marcado las Navidades de generaciones a golpe de especial televisivo.
Por Laura del Río
