Koulikoro (Mali), 15 jul (EFE).- Los soldados malienses dejaron el colegio siendo niños y apenas saben sumar y restar, por lo que es difícil enseñarles topografía o el uso del goniómetro, unas clases de artillería y morteros que imparten en el campo de Koulikoro los militares españoles destinados en la misión europea EUTM-Mali.
Unas lecciones que los militares españoles se esfuerzan en enseñar a los miembros del Ejército maliense, que tienen «mucha disposición y muchas ganas de aprender», coinciden los instructores.
España aporta a la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea (EUTM) en Mali un total de doce instructores -curtidos en misiones como Kosovo, Afganistán o Líbano- al área de adiestramiento de operaciones especiales (a la unidad de comando), pero también diez a la unidad conocida como apoyo de fuegos (artillería y morteros), que pertenecen a la Brigada Paracaidista.
Para saber desenvolverse con la artillería se necesitan unos conocimientos básicos de matemáticas, topografía o interpolaciones y aquí está la dificultad: la mayor parte de los soldados malienses dejaron la escuela cuando apenas eran unos niños.
Por lo que ahora apenas saben sumar, restar, multiplicar o dividir, según explicó a los periodistas españoles el teniente Álvaro Rivera, en un viaje organizado por el Ministerio de Defensa de España y el Estado Mayor de la Defensa (EMAD).
Para estas prácticas de artillería y morteros los malienses aprenden unos conocimientos mínimos de topografía y del uso del goniómetro, un instrumento empleado para medir ángulos y distancias.
Primero acuden a las aulas del campo de entrenamiento de Koulikoro, donde las mesas se llenan de escuadras, cartabones, reglas y mapas. Allí les enseñan el uso de la brújula, cómo sacar rumbos y medir las distancias de disparo, unas lecciones básicas para que los artilleros hagan puntería.
La última novedad en sus clases son cinco calculadoras que se han conseguido gracias a la misión EUTM. «Antes para un cálculo de 2+1,5 tardaban cinco minutos», señalaron algunos de los instructores españoles que trabajan con estos soldados.
Tienen a su cargo 45 alumnos. «Van aprendiendo. Hay que repetir mucho y tener mucha paciencia, pero son inteligentes. Tienen buenas capacidades y una entrega absoluta», señaló el teniente Rivera, quien, al igual que todos sus compañeros en Koulikoro, destacó la buena disposición de sus «camaradas», como ellos los llaman.
Una vez en el campo Alfa, donde llevan a cabo las prácticas, los soldados malienses -topógrafos, observadores y la línea de piezas- se dispersan por toda la extensión poniendo en práctica lo que han aprendido antes en las aulas.
Bajo un sol abrasador, usan las brújulas y los goniómetros y calculan la distancia de tiro sobre la posición del enemigo para no quedarse ni cortos ni largos.
Los morteros que usan los malienses proceden de la antigua Yugoslavia y han sido donados por Croacia, en tanto que los lanzacohetes son de fabricación soviética.
Los soldados de Mali son «especialmente buenos» y tienen «muy buen carácter», coinciden en afirmar los militares españoles.
El capitán Yaya Diarra, el jefe de los soldados malienses que esta semana están recibiendo las clases de artillería y morteros, aseguró que los instructores españoles les preparan «muy bien».
Diarra se irá al norte de Mali, la zona más peligrosa del país, el próximo mes de agosto a luchar contra el yihadismo.
Ya ha estado allí tres veces. «Es duro el norte, sobre todo Kidal. Hay duros combates», explica el soldado maliense, que es hijo de militares, algo que hace que su familia comprenda que el próximo mes se irá al norte de Mali.
Padre de dos hijas, afirma: «Hay que correr el riesgo para defender a la población civil. Es nuestra misión».
Belén Anca López