Katowice (Polonia), 2 dic (dpa) – Las olas de calor, sequías y fenómenos meteorológicos extremos han sacudido las conciencias sobre el cambio climático, pero las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando. El Acuerdo del Clima de París de 2015 no basta por sí solo y ahora toca llenarlo de contenido: esa es la principal tarea de la 24 cumbre climática de la ONU que arranca mañana lunes en la ciudad polaca de Katowice.
La ciudad polaca de 300.000 habitantes es un curioso lugar para celebrar este encuentro COP24, ya que está ubicado precisamente en la zona industrial de Polonia. La cumbre estará dirigida por «un país obsesionado por el carbón», criticaba recientemente la organización ActionAid.
Sin embargo, precisamente por eso la ciudad podría ser adecuada: Katowice ha cerrado muchas de sus minas y «ha pasado de ser una ciudad del carbón y el acero a una ciudad cultural con modernos servicios, instituciones educativas, económicas y de tecnologías de la información», asegura Ovais Sarmad, de la secretaría del clima de la ONU.
Cerrar explotaciones mineras y centrales eléctricas y buscar nuevos empleos para los trabajadores del sector carbonífero son retos que enfrentan actualmente otros países, en una tarea pendiente global para luchar contra el cambio climático.
Entre ellos, también Alemania, que no podrá reportar muchos avances en la reducción del consumo de carbón, al contrario de lo que deseaba.
Los representantes de más de 200 países tienen ante si grandes tareas en las casi dos semanas de reuniones en Polonia. En primer lugar, debe aprobarse una regulación para implementar el Acuerdo de París en el que la comunidad internacional se comprometió a limitar el calentamiento global «por debajo de dos grados» Celsius, y en lo posible a 1,5.
Pero el planeta ya se ha calentado en torno a un grado e incluso si los países cumplen sus promesas anunciadas hasta ahora, el calentamiento llegará a unos tres grados, con consecuencias catastróficas, alertan los expertos.
Para impedirlo es necesario que los países presenten planes nacionales de protección climática más ambiciosos cada cinco años y elaborar informes regulares para monitorear la situación climática global. Además, se acordarán normas para elaborar los informes nacionales, con el fin de que sean fiables y comparables entre sí.
Otro de los puntos que deben acordarse es la forma de computar la existencia y protección de los bosques, que absorben el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.
Puede sonar técnico, pero se trata de llenar de contenido real el Acuerdo de París. Para que esta cumbre se considere un éxito debe haber al menos un acuerdo de principios hasta mediados de diciembre.
El objetivo número dos es presentar planes de protección climática nacionales más ambiciosos en 2020. El llamado diálogo de Talanoa – una palabra que viene de Fiyi y que se refiere a un intercambio respetuoso en busca de soluciones- pretende que los países se motiven unos a otros a aumentar sus objetivos climáticos.
Un aspecto fundamental será la financiación de las políticas medioambientales. Por ejemplo, del Fondo Verde del Clima financia ambiciosos proyectos pero pronto será necesario aportar más dinero. Alemania, por ejemplo, contribuirá con 1.500 millones a partir de 2019, en lugar de los 750 millones que paga hasta ahora, y Berlín exige que otros países doblen también sus contribuciones.
Muchas tareas pendientes con un difícil punto de partida, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara la salida de su país del acuerdo. En las negociaciones, una delegación estadounidense tuvo una participación discreta, señalaron algunas fuentes. Y pese al anuncio de Trump, varios estados, ciudades y empresas del país redoblaron su compromiso. Sin embargo sigue sin estar claro quién llenará las lagunas en la financiación que deja la ausencia de Estados Unidos.
Otra de las incógnitas se sitúa en Brasil, que alberga el «pulmón del mundo», como se conoce la región del Amazonas. El próximo presidente, el populista de derechas Jair Bolsonaro quiere permitir que se siga talando la selva, al tiempo que amenaza también con abandonar el acuerdo.
Por otro lado, la población es cada vez más consciente de los efectos del cambio climático, que sufre en forma de sequías u olas de calor. Un informe de la ONU destacó que merece la pena luchar por cada décima en el objetivo climático, con tal de limitar la subida del nivel del mar, los efectos de eventos meteorológicos extremos o la pérdida de biodiversidad.
Mientras, las emisiones de gases de efecto invernadero se encuentran a un nivel récord y su concentración en la atmósfera también. La secretaria ejecutiva de la Convención sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, Patricia Espinosa, ya ha bautizado esta 24 cumbre climática del a ONU como «París 2.0». Si realmente se consigue revivir el espíritu de París en Katowice, el mundo encauzará la lucha contra el cambio climático.
Por Teresa Dapp (dpa)