(dpa) – Primero fue «Minecraft» y luego «Fortnite». Algunos videojuegos se convierten en un virus que atrapa a generaciones enteras. Los padres posiblemente se vean ante un difícil dilema: «¿Se convertirá mi hijo en un excluido si no lo dejo jugar?»
«¡Pero si todos lo juegan!» Lo que para niños y adolescentes puede resultar un argumento absolutamente convincente hace que los padres abran desmedidamente sus ojos. ¿Pero realmente deben permitir el más reciente juego online de acción y disparos solamente porque la clase entera se pasa la tarde inmersa en él?
Una y otra vez aparecen videojuegos que no solamente son exitosos, sino que se convierten en un verdadero fenómeno de masas: la excavación virtual de bloques de «Minecraft», la caza de fantasmas en el «Pokémon GO» y, por delante de todos, el «Fortnite», tal vez el más exitoso, según la técnica con que se lo mida.
El problema que entraña es el siguiente: si bien «Fortnite» tiene una colorida gráfica de cómic y figuras alegremente danzantes, se trata también de un «shooter». Quien quiera ganar, deberá ser el último sobreviviente de 100 jugadores. Y esto solamente será posible en la medida que se mate a tiros a los restantes competidores virtuales.
¿CUÁN BRUTAL ES EL «FORTNITE»?
«‘Fortnite’ ya tiene este concepto de competición, un escenario muy combativo», dice Daniel Heinz, pedagogo social que dirige la entidad de asesoramiento sobre juegos del estado federado alemán de Renania del Norte-Westfalia.
«Sin embargo, la brutalidad se reduce significativamente en comparación con otros ‘shooters'», puntualiza. En términos concretos, esto significa que si bien se dispara, no se derrama sangre y los personajes tampoco mueren.
Por lo tanto, resulta consiguientemente benevolente la clasificación de Autocontrol de Software de Entretenimiento (USK), responsable de la clasificación por edades de los juegos en Alemania: el llamado Battle Royale Mode, el popular corazón de «Fortnite», es apto, al igual que el resto del juego, para mayores de 12 años.
La recomendación de Heinz, en tanto, no es en esencia diferente, aunque sí un poco más estricta: considera que «Fortnite: Battle Royale» es apropiado para mayores de 14 años, ya que evalúa que menores de esa edad podrían verse desbordados o frustrados por la enervante competencia.
LOS PADRES NECESITAN UNA OPINIÓN PROPIA
Incluso los expertos nunca están completamente de acuerdo cuando se trata de evaluar juegos populares. Heinz indica: «Los padres deben adoptar una posición clara en estas discusiones, que luego puedan representar de manera auténtica. Pero eso también implica hacerse una abarcativa imagen al respecto«.
«Si durante el juego tengo una sensación de que algo no está bien, debo manifestarlo, debe hablarse al respecto», sostiene la bloguera sobre familias Patricia Cammarata, que escribe en www.dasnuf.de sobre juegos y medios en la educación, entre otros temas.
«Pero sobre todo con los jóvenes es importante mantenerse lo más concreto posible, de lo contrario estos argumentos no serán aceptados. Y para eso simplemente tengo que ahondar en el juego», explica.
Quien quiera conocer un juego, no necesariamente tiene que usar un comando ni un teléfono inteligente. Por un lado, hay sitios web que publican textos sobre juegos actuales.
Pero también hay streams en vivo o grabaciones de juegos, los llamados Lets Plays, disponibles en plataformas como YouTube y Twitch. Y, por supuesto, los padres también pueden mirar por encima del hombro de sus hijos mientras juegan.
LA PRESIÓN DE GRUPO COMO ARGUMENTO
Asesorados de esta manera, los padres pueden entonces lanzarse a discutir con sus hijos. Pero, ¿qué pasa si el niño sigue argumentando «lo juegan todos» pese a los reparos?
«Cuando aparece algo que hace furor de esta manera, bien puede suceder que los jóvenes se sientan excluidos cuando todos en el patio del colegio hablan sobre esto», analiza Heinz, y recomienda por lo tanto no dejar al menos completamente de lado el argumento de la presión de grupo.
«El argumento de que ‘todos’ en la clase lo juegan puede sumar«, opina asimismo Cammarata. De todas maneras, recomienda que entre los más pequeños se busque también conversar al respecto con otros padres.
Por lo tanto, los expertos instan a alcanzar acuerdos. «En ‘Fortnite’ se puede participar sin tener que jugarlo, por ejemplo mirando cosas en YouTube». «En el caso de niños de ocho años que quizás realmente no deberían jugarlo, debe decirse: ‘ven, vamos a mirar algunas cosas juntos’. De esta manera frecuentemente se les ayuda».
Por Tobias Hanraths (dpa)