Instagram y cía.: Cuando el remolino de las redes genera adicción

Foto: Christin Klose/dpa-tmn

(dpa) – Lo primero que hacen muchos por la mañana después de apagar el despertador es mirar el teléfono móvil. Chequean notificaciones, mensajes, el pronóstico del tiempo y miran qué han hecho los contactos en Twitter, Instagram o Facebook.

Lo mismo se repite varias veces al día: en la escuela, en la parada del autobús, de noche en el sofá. Esa es la realidad de mucha gente.

Según un estudio de la aseguradora alemana DAK y del Centro Alemán para Adicciones, en 2017 los jóvenes de entre 12 y 17 años pasaban un promedio de tres horas por día sólo en redes sociales.

El «scrollear» excesivamente los timelines, o sea, revisar la lista de todo lo que postearon amigos y otras personas a las que se sigue, puede convertirse en adicción.

Según el estudio, un 2,6 por ciento de los niños y jóvenes presentaron un uso problemático de redes sociales. Aún no hay cifras sobre adultos.

Las redes sociales no son malas en sí

En sí, Instagram, Snapchat y compañía no tienen nada de malo. En eso están de acuerdo los expertos. Al contrario. «Los redes sociales suponen una oportunidad», subraya Rainer Thomasius, director del Centro Alemán para Adicciones en Niños y Adolescentes del Clínico Universitario de Hamburgo-Eppendorf.

En la pubertad, por ejemplo, uno busca emanciparse de la familia y probar roles. A ello pueden ayudar las redes sociales.

Pero también está la otra cara de la moneda. «El problema principal de las redes sociales es que hay tantas cosas a disposición que nos interpelan», dice Tobias Dienlin, experto en psicología de los medios de la Universidad de Hohenheim.

En bellas imágenes y textos breves escritos de forma agradable, uno ve lo que hace su entorno social. Uno publica y obtiene confirmaciones. «Los likes son cumplidos y las personas nos alegramos por los cumplidos», dice Dienlin.

Además, determinados colores, los tonos de las notificaciones y otros elementos de diseño tienen la función de mantenernos en la página el mayor tiempo posible. Uno quiere seguir leyendo siempre y no puede dejarlo.

Que las personas corran el riesgo de perder el control depende mucho de la estructura de cada personalidad.

Presión constante y estrategias

Las personas más proclives a padecer efectos negativos del uso de redes sociales son aquellas que tienen una autoestima baja. Quien en la vida real tenga dificultades para hallar amigos, en las redes sociales obtiene la agradable sensación de ser visto y querido, aun cuando la presión constante de tener que subir contenidos nuevos al mismo tiempo puede generar mucha infelicidad.

También es problemático cuando en caso de aburrimiento, disgusto o duelo uno recurre automáticamente a Twitter o Instagram para distraerse. Para resolver problemas, habría que disponer de otras estrategias.

La pérdida de control es un indicador de adicción

Para que los médicos puedan hablar de una adicción, deben coincidir varios criterios. Uno de los más importantes, según Rainer Thomasius, es la pérdida de control: o sea, quien ya no piensa sobre cuándo y por qué postea, scrollea y likea y no puede dejar de hacerlo, posiblemente tenga un problema serio.

En esa situación, pueden ayudar personas como Christian Gross. Es terapeuta especializado en adicciones en la ciudad de Gütersloh y portavoz de prensa de una agrupación profesional que estudia este tipo de adicciones.

A su consultorio privado llegan una y otra vez padres con hijos estresados y con problemas de atención, que no rinden en la escuela y pasan cada vez más tiempo en mundos virtuales.

No hay reglamentación en las redes sociales

El problema es que «en el caso de otros agentes de adicción, tenemos una reglamentación. En el caso de las redes sociales, no», dice Gross y reclama más información para la sociedad.

De todas maneras, los usuarios pueden controlarse a sí mismos con ayuda de diferentes aplicaciones: para los usuarios de Android, por ejempo, existe la app gratuita de Google «Digital Wellbeing», con la que uno puede limitar el tiempo de uso de determinadas aplicaciones. Una función parecida tiene «Tiempo en pantalla» en iPhones y iPads.

«Saludamos mucho todo lo que alienta la autolimitación y la autoreflexión», sentencia el experto en adicciones Rainer Thomasius.

Por Julia Ruhnau (dpa)