El mercado de alquiler de viviendas es uno de los que más se ha expandido durante los pasados años, teniendo un especial crecimiento tras la crisis y la explosión de la burbuja inmobiliaria, donde la situación era justamente la contraria. Después de un largo periodo en el que la compra de pisos y casas era la norma, el alquiler se ha ido posicionando como una de las opciones preferidas de las personas a la hora de encontrar un nuevo hogar, dado que el coste a corto y medio plazo es menor y permite un mayor movimiento de un lugar a otro para un sector de la población –especialmente el más joven– que tiende a cambiar de trabajo y vivienda de forma más recurrente.
Este auge de los alquileres ha traído consigo, sin embargo, un escenario que no es del todo agradable: los impagos por parte de dichos inquilinos que, en muchas ocasiones, se ven faltos de recursos y deciden dejar de pagar el alquiler, lo cual supone enormes contratiempos para el arrendador al no poder obtener un beneficio de su vivienda. Desgraciadamente, es una situación cada vez más común y que se ha ido extendiendo por todas las zonas de España, originando una evidente desconfianza por parte de los propietarios de pisos a la hora de decidir si alquilar o no sus inmuebles.
Por fortuna, existen soluciones por la vía judicial que pueden ser tremendamente efectivas para conseguir cobrar los impagos que se adeudan o bien echar al inquilino de la vivienda para facilitar el acceso a otra personas que sí pueda pagar las cuotas mensuales. Si se posee un piso en alquiler, conviene conocer cuáles son los métodos y procedimientos a seguir para obrar en el caso de tener que enfrentarse ante una situación en la que se deja de percibir un beneficio.
Cómo desalojar a un inquilino
Para proceder al desalojo de inquilinos con los que ya se ha hablado y han manifestado su no intención de pagar las cuotas de la vivienda, lo más recomendable es iniciar los trámites para celebrar un juicio por desahucio contratando los servicios de un abogado especialista en la materia que pueda garantizar unos resultados óptimos en un corto periodo de tiempo, ya que todos los días que pasen con el inquilino en casa sin que este pague suponen una pérdida de dinero para la persona que arrenda el inmueble. Tal y como especifican en la página web de JR Abogados, el desahucio por impago del alquiler puede ser, si el proceso va bien, cosa de poco más de diez días.
En dicho lugar exponen de manera clara cuál es el proceso que se sigue en el caso de querer llevar el desahucio de una persona por la vía judicial, mandándose un requerimiento de desalojo a la misma para notificar que dispone de un plazo máximo para abonar lo que adeuda o abandonar la casa o vivienda. Este podrá apelar e ir a juicio para clarificar la situación, abandonar el inmueble por voluntad propia o mantenerse en el mismo hasta el día del desahucio, cuando la orden será ejecutada mediante los medios para ello provistos.
Todo ello es un proceso por el cual no resulta agradable pasar para el propietario del piso o casa, pero que en ocasiones supone la única salida a una situación ante la cual ya no quedan más recursos. Como se ha comentado, esos desenlaces son, además, cada vez más frecuentes.
Un abogado de calidad
Cuando se requieren los servicios de un abogado para conseguir desalojar a un inquilino de la vivienda, lo más relevante que hay que tener en cuenta es que no todos son iguales ni ofrecerán los mismos resultados para este fin, siendo lo ideal contratar los servicios de especialistas en este ámbito. Estos se conocen al pie de la letra todas las posibilidades legales para conseguir ejecutar una orden de desahucio con premura y, además, disponen de la experiencia de otros muchos casos anteriores para saber cuáles son los mejores procedimientos a seguir.
En este caso, por tanto, no hay que valorar de manera exclusiva el precio que pueda tener un abogado, sino que el elemento más importante a la hora de decidir debe ser su formación y área de especialidad. A fin de cuentas, conseguir un rápido desalojo permitirá el poder comenzar a percibir de nuevo beneficios por parte de un nuevo inquilino con los que de otra manera no se contarían.