Managua, 2 nov (dpa) – A las puertas del Cementerio Oriental, el segundo más grande de la capital de Nicaragua, cientos de personas se agolpan para entrar y salir bajo el sol intenso, donde el aroma de las flores tropicales se funde con el olor de las frituras callejeras, las canciones tristes de un mariachi y el pregón de vendedores ambulantes.
En el centro de este saturado cementerio de 11 hectáreas que abrió sus primeras tumbas en 1959, el cardenal Leopoldo Brenes presidió hoy una concurrida misa campal en la que no faltaron las plegarias por las víctimas de la crisis sociopolítica que agita el país desde abril.
Sobre la acera que bordea el largo muro blanco del camposanto, decenas de comerciantes de flores se instalaron apenas salió el sol. Crisantemos, margaritas, lirios, gladiolas y hortensias azules se ofertaban a todo precio, junto a las bebidas gaseosas y los refrescos naturales.
«A veinte el moño, madrecita, venga que están frescas y le doy hermoso», grita una mujer junto a un enorme canasto lleno de flores. Su pregón batalla con el de los demás vendedores y el de los limpiadores de tumbas que en este día de los difuntos trabajan sin cesar.
A lo lejos, un trío de mariachis entona junto a una fosa el «Amor eterno», del fallecido mexicano Juan Gabriel, mientras una inusual música fúnebre que brota de los instrumentos de la nutrida Banda Municipal de Managua impregna el ambiente de melancolía.
Varias criptas amanecieron pintadas de azul y blanco (colores de la bandera nacional) o adornadas con virutas de polietileno teñidas con los mismos colores, en una nueva forma de protesta contra el Gobierno de Daniel Ortega, que ha prohibido las marchas y manifestaciones en todo el país.
La Policía desplegó desde temprano varias patrullas en torno al Cementerio Oriental y otros camposantos de la capital, donde madres en duelo visitaron a sus hijos muertos durante las protestas contra Ortega. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), 29 menores de 17 años figuran entre los más de 325 manifestantes asesinados por policías paramilitares desde abril.
Medios locales críticos al Gobierno informaron que en la conmemoración de los difuntos los camposantos del país permanecieron fuertemente vigilados por «policías, paramilitares, policías de civil» y activistas del Gobierno que «tomaban fotos y videos de las familias que llegaban a dejar flores a sus muertos» en un aparente operativo que buscaba anular cualquier asomo de protesta antigubernamental.
En ese contexto, al menos diez personas fueron detenidas durante la jornada por la policía en operativos ejecutados en cementerios y que aparentemente iban dirigidos contra opositores, reportaron fuentes de la oposición y medios locales.
En otra forma de protesta y rebeldía, varias ciudades del interior despertaron con «chimbombas» (globos) azules y blancas atados a rústicas cruces de madera colocadas en aceras y esquinas. La bandera de Nicaragua se ha convertido en el símbolo de las protestas opositoras, mientras el Gobierno utiliza la roja y negra de su partido Frente Sandinista.
En Masaya, ciudad ícono de las recientes manifestaciones sociales, 36 cruces de madera con los nombres de los fallecidos y la fecha exacta de los decesos, amanecieron este viernes en postes y aceras. «Prohibido olvidar a nuestros muertos», escribió alguien con pintura azul en un muro de la localidad.
Pese a todo, miles acudieron hoy a los camposantos. En el antiguo Cementerio General, el más grande de Managua y que dejó de aceptar nuevos entierros en 2004 tras completar su capacidad, una romería visita los sepulcros de ex presidentes, alcaldes, inmigrantes judíos, héroes guerrilleros y ciudadanos de a pie. También están aquí las tumbas colectivas de las víctimas de los dos grandes terremotos que destruyeron la capital, en 1931 y 1972.
Por Johnny Cajina (dpa)