Madrid/Caracas, 23 may (dpa) – Abucheos de votantes venezolanos, críticas de prensa y Gobierno en Madrid e incomodidad entre antiguos socios: el ex mandatario español José Luis Rodríguez Zapatero se quedó solo con Nicolás Maduro en su apoyo a las polémicas elecciones que el domingo dieron la reelección al presidente venezolano.
El socialista de 57 años lleva tiempo intentando promover un diálogo cada vez más lejano en Venezuela con el aval de sectores de izquierda en España y el escepticismo de la oposición en Venezuela. Pero su postura ante las elecciones pareció ahora terminar de aislar su figura y de bloquear sus aspiraciones de mediador.
«No tengo duda de que los venezolanos van a votar libremente», dijo Zapatero el sábado en Caracas. La contundencia de sus palabras sorprendió: España, Estados Unidos, 14 países latinoamericanos y la Unión Europea (UE) se negaron a reconocer unas elecciones con los principales líderes opositores presos, inhabilitados o exiliados.
«¿Que hay muchas cosas que cambiar? Sí, pero hay que hacerlo con diálogo democrático», añadió el ex jefe del Gobierno español en un reproche a la oposición a Maduro. «La experiencia en la vida consiste sobre todo en desterrar los prejuicios y conocer por uno mismo la verdad».
Zapatero vivió en carne propia el precio de su postura: al acudir el domingo a un centro electoral como observador, fue recibido con abucheos y gritos de «que se vaya». El diario español «El País» lo tomó como un llamado urgente a rectificar: «Los silbidos que escuchó en Caracas no pueden pasar inadvertidos».
El otro diario más leído de España, «El Mundo», vio con «estupor» la jugada del socialista. Si sus esfuerzos diplomáticos iniciales pudieron ser «bienintencionados», con su apoyo a la votación «ha dejado de ser un interlocutor válido para seguir mediando», sostuvo en un duro editorial. Zapatero perdió así «toda credibilidad».
En el terreno político, la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) confirmó las suspicacias con las que vio siempre el intento mediador del español, mientras que el Gobierno de Mariano Rajoy retiró toda señal de apoyo que pudiera dar en los inicios a la tarea de Zapatero: «No nos representa», dijeron fuentes de Exteriores en la prensa.
Incluso el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tuvo problemas para justificar a su antiguo secretario general. Pedro Sánchez, nuevo jefe del partido, reconoció el «empeño» de Zapatero para buscar una «solución dialogada» en Venezuela, pero puso en duda la transparencia de los comicios.
En medio de esa tormenta de críticas, Zapatero recibió un apoyo: el de Maduro. «Es inminente la victoria de la democracia en Venezuela este domingo, con unas elecciones exitosas», escribió en Twitter horas antes de su reelección. «Así lo podrán corroborar los observadores electorales y líderes como el ex Presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que vino como acompañante internacional».
Las elecciones en Venezuela marcan así un punto de inflexión en la carrera y en la imagen de Zapatero, el hombre que dirigió durante siete años los destinos de España (2004-2011) en dos mandatos marcados por sus reformas sociales de corte progresista y por la feroz crisis financiera que le hizo perder las elecciones ante Rajoy.
Conocido por su carácter dialogante, que plasmó en propuestas como una «Alianza de Civilizaciones» para combatir el terrorismo islamista con otro enfoque o una negociación de paz con ETA que el propio grupo armado vasco reventó con un atentado en 2006, Zapatero volvió a apostar por la misma vía ante la crisis en Venezuela.
El fracaso de los sucesivos intentos de diálogo parece haber culminado ahora con su visión del proceso electoral.
Zapatero, sin embargo, podría tener un último aval: a su regreso de Venezuela fue recibido en el Vaticano por el papa Francisco. El pontíficie argentino sigue de cerca la crisis en Venezuela y respaldó en su momento las propuestas de diálogo entre la oposición y Maduro.
La Santa Sede confirmó escuetamente el encuentro con Zapatero, pero evitó por el momento revelar los motivos de su visita o aclarar si llegó con algún mensaje concreto desde Caracas. Ese silencio es, por el momento, la mayor esperanza de Zapatero para que su nuevo intento de diálogo no termine también en punto muerto.
Por Pablo Sanguinetti (dpa)
