Después de que entrara Lucía como pareja de Paula (¡madre mía cuando estén nominadas y tengan que elegir entre ellas!), después de la nochecita serrana que han pasado hablando unos con otros, otros con unos y todos juntos, y después de la reunión aclaratoria de esta mañana en la que las cosas han quedado muy claras para Lucía (porque nadie más parece que tiene claro el tema), ¡el ambiente está que se corta!
Hoy el asunto del despecho ha sido la comidilla durante gran parte del día y durante las horas que han estado despiertos, porque con la nochecita que han pasado, las siestas han sido considerables.
Paula suplicando que le animaran el día y ninguno lo ha conseguido, ni contando anécdotas ni soltando barbaridades y claro, los nervios y la tensión baja después del siestorro han pasado factura y se ha puesto a llorar a moco tendido en el jardín mientras la de Albacete intentaba consolarla.
Cuando han “anochecido” el de la gorra y la morena (y digo anochecido porque se han despertado entrada la noche), no sabían muy bien ni a dónde dirigir sus pasos, pero la morena “con ellos bien puestos”, con la cabeza bien alta y con la sonrisa de oreja a oreja que tienen los que ganan, se han paseado por la cocina y han salido al jardín para entrar a confesarse.
Y bien, primero ha entrado ella mientras él se quedaba a la espera y mientras Paula estaba de espaldas a él y ni se han mirado (por supuesto).
Él aparentemente lo está pasando mal con la decisión (pobrecito…) y Paula lo está pasando bastante peor, así que podríamos decir que la triunfante de esta historia es Lucía, y lo demuestra con una actitud altiva que roza la prepotencia. Jugó bien sus cartas y ganó. Bien merecido lo tiene.
¿Qué habría hecho yo? No quedarme con ninguna, al menos dentro de la casa. Después ya se verá… Pero claro, ¡eso no da juego, señores!
Iris Cañas