Nueva Delhi, 4 abr (dpa) – Otra vez se presenta un Gandhi: el lunes comienzan las elecciones parlamentarias en la India y Rahul Gandhi aspira a convertirse en el próximo primer ministro del subcontinente, incluso cuando sus perspectivas no son especialmente halagüeñas.
Rahul quiere seguir las huellas de su padre Rajiv Gandhi, su abuela Indira Gandhi y su bisabuelo Jawaharlal Nehru. Y también su madre, Sonia Gandhi, aspira a regresar al Parlamento y compite en un distrito vecino al de su hijo.
Los Ghandi gozan de la enorme confianza de numerosos compatriotas. «Esta familia le brinda a la nación apoyo y orientación», dice por ejemplo Abdul Aziz, de 22 años, durante una manifestación de Sonia Gandhi en Delhi.
Tampoco Mukesh Bansal, de 45 años, puede imaginarse ver en un futuro en la cúpula del gobernante Partido del Congreso a otra familia distinta de la que condujo a la nación a la independencia y que desde entonces gobernó casi de manera constante. «Es la única familia apropiada, porque unifica al país».
La mayoría de los indios no tiene problema con las dinastías políticas, más bien lo contrario. Analistas de Carnegie Endowment for International Peace detectaron en un reciente estudio que casi la mitad de los ciudadanos consultados privilegiarían a un candidato que proceda de una familia de políticos. ¿Y por qué? Porque creen que los políticos dinásticos saben mejor, por experiencia, cómo funciona la política.
Esto rige para prácticamente todas las profesiones en la India, según el sociólogo Dipankar Gupta. «El hijo sigue al padre, porque puede aprovechar sus contactos y conocimientos», explica el profesor de la Shiv Nadar University. En esta sociedad informal, en la que sobre todo se trata de quién conoce a quién, es muy difícil salir de las redes familiares.
Y por lo tanto, los partidos colocan en sus listas a hijos, hermanos o maridos de políticos consagrados. Rajmohan Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi, se presenta al igual que Karti P. Chidambaram, hijo del actual ministro de Finanzas. En el estado de Bihar incluso compiten hermanos entre sí.
El periodista político Hartosh Singh Bal apunta que los distritos electorales son gigantescos, con un promedio de dos millones de votantes. «Entonces ayuda que por lo menos el nombre sea conocido». La cuarta parte de los diputados de la Cámara Baja de India entraron gracias a una conexión familiar, según investigó Patrick French para su libro «India: A Portrait». En el caso de hombres y mujeres de menos de 40 años, esta cifra llega incluso a dos tercios.
Y esto irá en aumento, pronostica Pradip Kumar Datta, profesor de ciencias políticas en la University of Delhi, ya que se están consolidando las estructuras en los partidos surgidos décadas atrás. «Influencia y amigismo juegan un rol cada vez mayor en el cambio de los partidos, desde el conjunto de políticos profesionales individuales hasta las constantes oligarquías electorales».
Sin embargo, también hay señales de resistencia. Junto al partido antisistema AAP, es sobre todo el candidato a primer ministro del BJP, Narendra Modi, quien se propone «liberar al país de la política dinástica». El propio Modi procede de una casta inferior, vendió té para su padre de niño en una estación de tren y logró el ascenso social gracias a su propio esfuerzo. A su rival Rahul Gandhi lo llama «Sheherazade», que significa príncipe.
La política dinástica incluso llegó hasta el cine de Bollywood. Actualmente se proyecta la película «Youngistaan», en la cual el joven héroe debe asumir el mando del país después de la repentina muerte de su padre, el primer ministro. Y no es para sorprenderse: lo hace con gran éxito.
Por Doreen Fiedler