Ibiza y su magia se consolida año tras años como el destino de referencia del Mediterráneo. Esta isla situada en las Baleares cuenta con una población cercana a los 141 mil habitantes que ve como se dobla e incluso se triplica con el trascurso de los meses de verano. Pese a que la isla es conocida mundialmente como uno de los destinos de discotecas y fiestas más espectaculares del mundo, la realidad es que la atracción por la Pitiusa nace de su riqueza geográfica y su buen clima. Y es que la tercera más grande de las Baleares es un enclave privilegiado en el que disfrutar de calas, playas de arena blanca y una de las mejores ofertas gastronómicas del mundo gracias, entre otras cosas, a su influencia por productos provenientes del mar. Ante esta realidad no es extraño decantarse por Ibiza como destino vacacional, sobre todo para los amantes de los deportes marítimos, el sol y la paya, que no quieran o no puedan cruzar el charco para sentirse como si estuvieran en una playa paradisíaca.
Descubrir los rincones más representativos de la isla es relativamente fácil si decidimos estar en ella un mínimo de una semana. Para hacerlo, es tan fácil como moverse en coche o moto por la ciudad, pero quienes quieran disfrutar de rincones marítimos menos transitados pueden optar por moverse en yate o barcos de alquiler de corta eslora como los que alquila rentmeboat y hacer una ruta que incluya las playas y calas situadas en el oeste de la isla.
Recorrer la isla por el oeste asegurará por un lado que la navegación sea mucho más tranquila, especialmente porque el viento suele soplar por el este. Si se inicia la ruta por uno de los puertos más reconocidos, el de Marina Ibiza, es tan fácil como virar hacia el este para encontrarse de entrada con la Playa d’en Bossa, una de las más populares no solo por su extensión sino también por su oferta gastronómica de alto nivel y reconocimiento mundial como el Ushuaia o el Es Pagès d’en Bossa.
Siguiendo con el recorrido se podrá llegar al estrecho de Es Freus, situado entre Ibiza y Formentera y que aúna varios islotes que forman parte de las casi tres mil hectáreas del Parque Natural de Ses Salines, listado como destino protegido y Patrimonio de la Humanidad. Siguiendo la ruta hacia el este ya empieza el recorrido por la cara oeste de la orografía isleña. Se llegará a la playa de Es Cavallet, una de las playas nudistas de la isla que está prácticamente sin urbanizar y que mantiene su geografía natural conformada por dunas de arena blanca.
Si se sigue con la navegación dejándose llevar por la costa oeste de la isla, se podrá llegar a una de las playas menos concurridas de la isla: Es Codolar. Recibe su nombre por estar formada por còdols, piedras de mediano y gran tamaño de cantos rodados que conforman la playa. Esta zona es especialmente frecuentada por los amantes de los deportes acuáticos ya que el movimiento de las olas permite practicar windsurf o wakeboard. El recorrido puede continuar con la visita a Sa Caleta, una pequeña cala de acantilados en el que disfrutar de un buen baño en aguas cristalinas, seguida por la cala de Jondal y de Porroig, un enclave privilegiado y tranquilo en el que hacer una parada con la embarcación.
Si se sigue el recorrido con destino oeste se podrá llegar a Cala Conta, una playa tranquila de arena fina y aguas turquesas de 600 metros de longitud que además incluye otras dos calas en sus dominios: el Racó d’en Xic y la otra que comparte nombre con la playa. Este es un espacio privilegiado en el que relajarse y tomar el sol y practicar snorkel.
Ya llegando a la bahía de Sant Antoni y como punto final del recorrido oeste por la isla, se puede llegar a Cala Bassa, una zona rodeada por bosques de sabinas que cuenta con arenas doradas y aguas turquesas en las que disfrutar de un baño en familia gracias a la poca profundidad de sus aguas cercanas a la orilla y a las cálidas temperaturas de sus aguas.