España hace una llamada de atención a Europa con el «Aquarius»

Madrid, 14 jun (dpa) – Aplicar «un electroshock» en Europa ante un «gravísimo problema» como la migración. Es lo que buscaba España al anunciar esta semana la acogida de los más de 600 migrantes del barco «Aquarius» después de que Italia y Malta cerraran sus puertos.

Así lo concibe el recién estrenado Gobierno de Pedro Sánchez, aplaudido por quienes consideran que ha reaccionado ante una crisis humanitaria y criticado por quienes consideran su gesto «propaganda».

El dirigente socialista ha puesto a España en el foco de la prensa internacional solo una semana después de llegar al Ejecutivo con un mensaje potente sobre un fenómeno, la migración, al que Europa no termina de encontrar una salida tras años de debate.

España, un país receptor de inmigrantes en las últimas dos décadas, ha dado un paso adelante además frente a una extrema derecha que aboga por el cierre de puertos y fronteras en países como Italia y ante los planes de endurecer las medidas contra la inmigración ilegal en otros como Alemania, que provocaron fricciones internas.

En ese contexto, la oferta de Sánchez ha sido interpretada en algunos ámbitos como una forma de mostrar a la Unión Europea (UE) que pueden implementarse políticas migratorias que vayan más allá de lo restrictivo y sean respetuosas con los derechos humanos.

«Este gesto es especialmente importante en un momento en el que arrecia en Europa un discurso agresivo y de hostigamiento hacia los extranjeros en situación irregular», expresó en su editorial el diario «El País», uno de los más leídos en España.

En Madrid son conscientes de que no se pueden solventar problemas estructurales a golpe de soluciones puntuales, pero confían en que la crisis del «Aquarius» devuelva la cuestión migratoria a la palestra y que en el próximo Consejo Europeo, previsto el 1 de julio, haya propuestas reales sobre la mesa y no solo fórmulas retóricas.

Al igual que ocurrió en 2015 con la fotografía de Aylan, el niño sirio fallecido sobre la arena de una playa de Turquía, España espera que la imagen de los migrantes hacinados en la cubierta del «Aquarius» tras varios días a la deriva remueva conciencias no solo entre la población, sino también entre los Gobiernos europeos.

El ministro español de Exteriores, Josep Borrell, explicaba esta semana en un encuentro con corresponsales extranjeros que recoger a migrantes a 1.500 kilómetros del puerto de acogida no es una solución estable ni permanente, pero sí supone una llamada de atención ante una cuestión que se ha dejado de lado y que afecta a toda la región.

Los países europeos del sur reclaman a Bruselas que haya un esfuerzo común en las fronteras al mismo tiempo que Italia, con un nuevo Gobierno populista, busca un eje común con Alemania y Austria para reclamar mano dura contra la inmigración.

El ministro italiano de Interior, el ultraderechista Matteo Salvini, agradeció a España su gesto con el «Aquarius», pero le conminó también a seguir ejerciendo esa «solidaridad» con la acogida de un mayor número de refugiados.

¿Está España dispuesta a recibir a otro barco como el «Aquarius»? El Ejecutivo de Sánchez considera que no es la solución, pero deja abiertas las puertas consciente de que el país está lejos de cumplir con el cupo de refugiados que se comprometió a acoger en su momento.

Desde Exteriores argumentan, además, que España es un país con experiencia en la acogida de inmigrantes y que puede hacer aportaciones proactivas en el seno de la Unión Europea (UE).

El socialista Pedro Sánchez, quien se puso al frente del Gobierno español a raíz de una moción de censura contra el conservador Mariano Rajoy, ha sido calificado de «héroe» en los últimos días por la prensa internacional.

Su gesto, un golpe de efecto en medio de una Europa que asistía silenciosa al cruce de críticas entre Italia y Malta, fue aplaudido por organizaciones políticas y medios de todo el mundo.

«No ha vencido el más fuerte, sino el más humano», expresó en un editorial el diario italiano «Corriere Della Sera».

Pero no todo fueron buenas palabras. También hubo críticas, sobre todo en España. El conservador Partido Popular (PP) de Rajoy reprochó a Sánchez hacer uso de la «publicidad y propaganda».

Algunas voces advirtieron, por otro lado, del «efecto llamada» en un país que a mediados de la década del 2000 vivió su propia crisis migratoria con la llegada prácticamente diaria de embarcaciones con subsaharianos a través del Atlántico y el oeste del Mediterráneo.

«Si las mafias que envían sus pateras (balsas) a Europa empiezan a ver a España como un ‘puerto abierto’ permanente, la llegada de inmigrantes puede multiplicarse en las próximas semanas», expresaba el martes el diario «El Español» en su editorial.

El ministro español de Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunció este jueves que su intención es retirar las cuchillas integradas en las vallas situadas en la frontera de España con Marruecos, recuperadas en 2013 por el Gobierno de Rajoy como medida disuasoria ante los intentos de entrada de inmigrantes irregulares.

En las últimas horas, sindicatos de las fuerzas de seguridad españolas cuestionaron dicha retirada y reclamaron más recursos para controlar la inmigración ilegal en esta zona.

Por Ana Lázaro Verde (dpa)