Krasnodar (Rusia), 13 jun (dpa) – La selección española de fútbol, una de las favoritas al título en Rusia 2018, se metió hoy en un laberinto indescifrable 48 horas antes de debutar en el Mundial al sustituir a su técnico, una decisión difícil de explicar y cuyas consecuencias se presentan como una incógnita.
El nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, ordenó la destitución de Julen Lopetegui y puso en su lugar a Fernando Hierro, ex futbolista de leyenda pero sin experiencia como entrenador. No le gustó la forma en la que el ya ex seleccionador manejó su fichaje por el Real Madrid para la próxima temporada, anunciado el martes.
«Agradecemos a Julen todo lo que ha hecho porque él es uno de los grandes responsables de que estemos en Rusia, pero nos vemos obligados a destituirle. Tiene que haber un mensaje claro para todos los trabajadores de la Federación Española de que hay unas formas de actuar que hay que cumplir», explicó Rubiales en rueda de prensa en Krasnodar, donde España tiene su cuartel general para el Mundial.
«Todos estamos afectados. Hay que pensar siempre en lo mejor para la entidad, la federación y la selección. Es un duro golpe, pero estaremos juntos para remar adelante», añadió.
La Portugal de Cristiano Ronaldo, su rival del viernes, se frota las manos. Abrirá el viernes su participación en el Mundial con un partido ante un equipo que, favorito antes de comenzar el torneo, se presentará con un entrenador «novato» y con dos días de trabajo con sus nuevos futbolistas.
Rubiales alegó la traumática decisión por «falta de respeto» hacia el organismo que preside. Se enteró del fichaje del Real Madrid de Lopetegui cinco minutos antes de que el club blanco hiciera el comunicado público y se ofendió. «No me siento traicionado. Otra cosa es cómo se ha llevado este asunto. Nos vemos obligados. Las formas son importantes», dijo.
El nuevo jefe del fútbol español antepuso esas «formas» incluso al deseo de los futbolistas, según relató a la agencia dpa un alto directivo de la federación española. El vestuario, con Sergio Ramos a la cabeza, deseaba que Lopetegui siguiera al mando.
Pero Rubiales quiso imponer su mensaje de autoridad y se mantuvo firme en su idea de despedir a Lopetegui. Poco después confirmó a Hierro, hasta ahora director general deportivo, como su entrenador para el Mundial.
El nuevo seleccionador insistió una y otra vez en el mismo mensaje: no mirar atrás. Y pidió mantener intacto el mismo objetivo, que debe ser «pelear por el Mundial».
«Eso es lo que he transmitido a los chavales. Todo lo que ha ocurrido estos días no sirve de justificación. Tenemos una gran oportunidad», manifestó.
La selección española afronta una nueva era, quién sabe si efímera o duradera, después de finalizar la anterior de forma abrupta y, por momentos, surrealista.
«Puede parecer que hay una tremenda debilidad, pero con el tiempo nos hará más fuertes», señaló Rubiales con poca convicción por el bajo tono de sus palabras.
«Pido a todos los españoles que sientan la selección que anime y se pongan la camiseta. El equipo va a darlo todo por obtener un buen resultado», agregó.
Poco después, Ramos se pronunció en las redes sociales: «Somos la Selección, representamos un escudo, unos colores, una afición, un país. La responsabilidad y el compromiso son con vosotros y por vosotros. Ayer, hoy y mañana, juntos».
De la federación no dijo nada mientras Portugal espera a un rival inmerso en el caos, pero todavía con excelentes futbolistas. El resultado del partido aclarará cuál es la dimensión de lo sucedido.
Por Alberto Bravo (dpa)