El virtuosismo del chino Zhang Yimou fascina en Venecia

Venecia, 6 sep (dpa) – El director chino Zhang Yimou, que presentó hoy fuera de concurso en el Festival de Venecia «Ying», acaparó hoy el protagonismo de la jornada con un virtuoso y vistoso despliegue de artes marciales.

Sin rodar en blanco y negro, el cineasta recurre a una fascinante paleta de grises para ilustrar una trama de poder, venganza e intrigas cortesanas en inspirada en las luchas feudales de la historia de su país.

Si el poder del cine es transportar a otro universo, Yimou arrastra al espectador hasta un mundo de luchas a golpe de lanza y daga, de exquisitas coreografías e ingeniosas estrategias de combate que se nutren de la tradición en su país.

El director pone así su toque autoral a un cine de género visualmente impactante. En China, la cultura y la tradición de 5.000 años de historia siguen muy presentes en la literatura y la televisión, productos culturales que difunden la importancia de los valores y los rituales, explicó en rueda de prensa el cineasta, que hoy recoge además el Jaeger-LeCoultre, un premio paralelo dentro del certamen italiano que se otorga a una trayectoria y que en el pasado ya recayó en artistas como Spike Lee, Takeshi Kitano o Brian de Palma, entre otros.

Como suele suceder en las películas de Yimou, las mujeres no son meras comparsas en la trama. «Yo seguiré haciendo cine donde las mujeres tienen un papel muy importante para manifestar mi forma de pensar», dijo el dos veces ganador del León de Oro en los años 90 («Ni uno menos» o «Qui Ju, una mujer china»)

Y también están protagonizadas por mujeres fuertes las dos películas presentadas hoy a concurso: la australiana «The Nightingale», de la realizadora Jennifer Kent, así como la italiana «Capri-Revolution», de Mario Martone.

«The Nightingale» pone el foco en la brutal colonización británica de Australia a través de la historia de una irlandesa enviada a la colonia por un pequeño robo (Aisling Franciosi). Tras sufrir abusos por parte de un oficial británico (Sam Claflin), busca venganza con la ayuda de un aborigen (Baykali Ganambarr), también víctima de la brutalidad ejercida por los colonizadores en sus tierras.

Racismo, violencia, discriminación son temas que emergen en este metraje en el que, a través de una historia del pasado, se abordan cuestiones que siguen muy presentes en la sociedad. «Ante la ignorancia hay que reaccionar con compasión y amor», dijo la realizadora, que no consiguió un aplauso unánime para su segunda película.

Tampoco se hizo con el entusiasmo de la crítica el italiano Martone, que retrocede hasta principios del siglo XX para mostrar la forja de un espíritu libre: el de una pastora (Marianna Fontana) en la isla de Capri que, tras conocer a los miembros de una comuna ecologista instalados en la isla, decide romper con la tradición para emanciparse y vivir su propia vida.

Al igual que Kent, Martone se basa en hechos reales, en la pionera comuna naturista, vegetariana, homeópata y antimilitarista que instaló el pintor Karl Wilhem Diefenbach en aquella época en la isla, un mundo que contrasta con el idealismo del médico socialista recién llegado a la isla, que cree en el progreso y en la lucha social. Entre ambos mundos se debatirá la pastora, que interpreta Marianna Fontana.

«La isla es una metáfora del mundo. Y en la isla, lo único posible es debatir aunque alguien sea o piense diferente», señaló en rueda de prensa Martone, que cierra así la triología sobre su país tras la Primera Guerra Mundial («Noi credevamo», «Il giovane favoloso») .

El Festival de Venecia, que el sábado su 75 edición con la entrega del León de Oro, cierra este viernes la presentación de los 21 títulos a concurso con la única producción asiática en competencia: la japonesa «Killing».

Por María Luz Climent Mascarell (dpa)