Por Liliana Martínez-Scarpellini – (dpa) – Martin Scorsese lo ha vuelto a hacer: «The Wolf of Wall Street» es una película larga, compleja, divertida e histriónica al mismo tiempo, una pieza que no dejará indiferente a nadie y que se estrena en plena carrera hacia los Oscar.
Ya hace rato que se venía hablando de este largometraje, que estuvo a punto de caer en la peligrosa categoría de «no apta para menores de 17 años», lo que hubiera complicado en exceso sus opciones en taquilla. Finalmente, ha entrado en una más benevolente, aunque no hay duda de que la cinta del director neoyorquino no es para todos los públicos.
El sexo y la droga son una parte más que presente en la historia de Jordan Belfort (interpretado por Leonardo DiCaprio), un corredor de bolsa convertido en millonario con una estafa por la que fue llevado a prisión y perseguido por el FBI.
Belfort, un ambicioso joven que trató de entrar en Wall Street por la puerta grande, se dio cuenta de que lo suyo era los «penny stocks», valores a cambio de centavos que comenzó vendiendo en una oficina de poca monta en Long Island. Luego decidió montar una empresa con un logo muy aparente como tapadera, pero con vendedores sin experiencia en Wall Street, timadores al servicio de su discurso agresivo y convincente.
De esa forma se forjó su imperio, una historia en ascenso con cientos de millones de dólares a base de hacer que los clientes compraran esos bonos basura, los hicieran subir de precio de forma meteórica y después ignoraran las órdenes de venta mientras ellos mismos vendían todos valores para hacer caja.
Es una historia hecha a la medida de Scorsese, que se lo pasó a lo grande rodando sus tres horas de metraje, después de la consabida reducción a la que le obligó la Paramount con las miras puestas en la taquilla.
Además de ser la quinta colaboración de Scorsese con DiCaprio, la película tiene un valor especial por la actuación de Jonah Hill, soberbio en el papel de mano derecha de Belfort, y por ser una de las últimas, previsiblemente, para Scorsese. De acuerdo a sus propias palabras, puede que le queden una o dos más antes de retirarse definitivamente, aunque haberse topado con DiCaprio le ha mantenido las ganas de seguir adelante.
«Nos dimos cuenta de que él me estaba regenerando las ganas de hacer películas», explicó Scorsese en referencia a DiCaprio. «Principalmente porque, según te vas haciendo mayor, se hace cuesta arriba físicamente y el negocio también. Eres responsable de un montón de dinero, si lo consigues. Tienes mucha presión, pero ¿qué le vamos a hacer? Su entusiasmo me hizo seguir adelante durante cinco películas más».
El actor de 42 años se ha beneficiado en gran medida con esa sociedad, con papeles profundos y muy exigentes. En el caso de Belfort, el propio DiCaprio asegura que le obligó a hablar mucho con el hombre que inspiró el personaje, desde sus prácticas bursátiles hasta sus monumentales borracheras con drogas de por medio.
Eso y la inspiración de ver en YouTube a un hombre tremendamente borracho intentando comprar cervezas. «Queríamos que la película fuera un viaje alucinógeno, una montaña rusa», explicó el protagonista de «Titanic». Algo que sin duda consiguen con acción a raudales y una historia que no concede un segundo de tregua. Es Scorsese en toda su esencia.