Madrid/Barcelona, 22 ago (dpa) – «Solo hay un plan: votar». Las palabras pronunciadas en público por el jefe del gobierno de Cataluña, Artur Mas, sobre el referéndum independentista que quiere celebrar el 9 de noviembre en la región del noreste de España contrastan con sus conversaciones privadas.
Según medios españoles, el también líder del partido catalán Convergència i Unió (CiU) asume lejos de los micrófonos que la consulta puede retrasarse o incluso no celebrarse.
El Ejecutivo catalán quiere una consulta legal e «impecable», y para ello tendría que contar con el beneplácito del gobierno de Mariano Rajoy, algo improbable a día de hoy, cuando se da por sentado que el Ejecutivo español recurrirá ante el Tribunal Constitucional la ley de consultas que aprobará el Parlamento regional de Cataluña para dar cobertura legal al referéndum.
Desde que Mas inició el camino, Rajoy repite que la consulta es inconstitucional.
Hace poco, la «número dos» del gobierno catalán, Joana Ortega, abrió la puerta por primera vez a posponer el referéndum. «Yo trabajo por este 9 de noviembre, y si no, habrá otro 9 de noviembre», aseguró en una entrevista radiofónica. «Un recurso no mata nada (del proceso soberanista), lo aplaza», zanjó.
Sus palabras provocaron un terremoto entre los republicanos independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que sostiene a Mas en el Parlamento regional catalán y que pactó con él la fecha y las preguntas del referéndum.
«En ningún caso aceptaremos someter nuestra voluntad de votar, nuestra sed de justicia y hambre de libertad, al arbitrio de un grupo de magistrados designados a dedo por el PSOE y el PP, nunca», expresó en un artículo publicado en el diario catalán «El Punt Avui» el líder de ERC, Oriol Junqueras.
Instó además a Mas a desobedecer un revés del Constitucional y dejó claro, una vez más, que quiere la secesión de Cataluña cuanto antes y que no está dispuesto a hacer concesiones al gobierno de Rajoy ni a aceptar una marcha atrás en el proceso soberanista.
«Si fuera así, no habría valido la pena iniciarlo. Ya sabemos cómo las gasta el Constitucional; respetuosamente que diga lo quiera», zanjó.
Mas se encuentra debilitado por el escándalo en torno a Jordi Pujol, jefe del gobierno catalán entre 1980 y 2003, y la fortuna que tuvo en paraísos fiscales durante 34 años. La caída de su «padre político» ha supuesto un golpe para el líder catalán y para su proceso soberanista.
«Su plan es intentar agotar la legislatura y convocar elecciones en 2016 con carácter plebiscitario, aunque tambien prevé el escenario de que ERC no le fíe tan largo, en cuyo caso las adelantaría al mes de febrero de 2015», escribía en el diario «El Mundo» el columnista Salvador Sostres.
«Desde el primer momento se sabía que, lógicamente, España no iba a ceder su soberanía y que la consulta sólo podría, puede y podrá celebrarse al margen de la ley. Si por ello había que rendirse, no merecía la pena ni haber empezado», sostenía el escritor.
Aunque el adelanto de las elecciones regionales es una de las posibilidades que se barajan en caso de que la consulta no llegue a celebrarse, ningún líder político habló abiertamente de ello hasta ahora. Ni siquiera desde ERC, formación que podría alzarse con la victoria, a tenor de lo que apuntan los sondeos.
Tras las vacaciones de agosto, España estará muy atenta a los pasos que da Mas en la carrera soberanista. El primero será la aprobación de la ley de consultas para avalar la cita del 9 de noviembre, aunque después la recurra Rajoy ante el Constitucional.
También se verá si el jefe del gobierno español accede a negociar alguna de las 23 propuestas que le entregó Mas en la reunión que mantuvieron el 30 de julio en La Moncloa, el primero tras casi un año sin relaciones.
Al término del encuentro de más de dos horas, Mas subrayó que su objetivo es «sacar adelante la consulta» y «a poder ser, de acuerdo con el Estado (español)». Rajoy, por su parte, insistió en que «la consulta es ilegal y, por lo tanto, ni se puede celebrar ni se va a celebrar».
El 11 de septiembre servirá para tomar el pulso al proceso independentista. El año pasado, en la Diada, la fiesta mayor de Cataluña, una multitudinaria cadena humana atravesó la región pidiendo la secesión de España.
Por Ana Lázaro Verde
