El «profesor» Haddad, en busca del milagro electoral en Brasil

Río de Janeiro, 26 oct (dpa) – Hace sólo dos meses era un político y académico respetado pero muy poco conocido fuera de Sao Paulo, su ciudad. Sin embargo, las circunstancias colocaron a Fernando Haddad ante la gran oportunidad de su vida: este domingo puede ser elegido presidente de Brasil por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).

Para que ello suceda, «el profesor», como lo denominan sus simpatizantes, deberá derrotar en las urnas al ultraderechista y gran favorito Jair Bolsonaro, que consiguió el 46 por ciento de los votos en la primera vuelta electoral y lo aventaja ahora por más de 10 puntos porcentuales en las encuestas.

Sin embargo, y más allá de su situación apremiante, Haddad, que coniguió un 29 por ciento de los votos en la primera ronda, tiene fe para conseguir la hazaña. El jueves publicó en su Twitter lo que él llamó «un anuncio»: «Ganaremos la elección, no tengo dudas. Estoy sintiendo en el aire una remontada».

En el caso de que la «remontada» se produzca, el hombre nacido en Sao Paulo hace 55 años coronaría con éxito una breve pero intensa campaña que, desde el principio, se le presentó anómala, fluctuante y poco habitual.

Haddad inició su recorrido en estos comicios como vicepresidente en la fórmula del PT, por detrás de Luiz Inácio Lula da Silva, quien gobernó Brasil entre 2003 y 2010 y ahora se encuentra en prisión en la ciudad de Curitiba.

Sin embargo, una vez que la justicia electoral prohibió, debido a su condena por corrupción, la candidatura de Lula, Haddad pasó a los primeros planos como el elegido de la agrupación. Su oficialización se hizo el 11 de septiembre, menos de un mes antes de la primera vuelta del 7 de octubre.

En esos primeros días, el candidato del «petismo» tuvo que enfrentarse a su primer gran adversario: el desconocimiento que existía en todo el país respecto a su persona.

Ni su exitoso paso por el Ministerio de Educación entre 2005 y 2012, en los mejores años del Gobierno del PT, ni sus cuatro años (2013-16) como alcalde en Sao Paulo, la ciudad más importante del país, le habían otorgado a Haddad la relevancia nacional que le era necesaria para pelear por la presidencia.

Incluso después de su nombramiento, el mismo PT se permitió bromear con la ignorancia de muchísima gente no sólo sobre su gestión sino también respecto a su apellido. «¿Hadalio? ¿Hádila?» se preguntaban los electores en una publicidad oficial del partido.

Entre aquellas pronunciaciones erradas y la importancia que hoy posee Haddad en la política brasileña pasaron menos de 50 días. Y más allá del resultado final de la segunda vuelta del domingo, lo cierto es que «el profesor» logró en poco tiempo que su nombre resulte familiar en todo Brasil.

Quienes ponderan a Haddad con una mirada positiva resaltan que representa el legado de Lula, el presidente que disminuyó drásticamente la pobreza extrema en el país, y que, como ministro de Educación, impulsó diversas políticas inclusivas para los sectores más necesitados.

Además, su trayetoria académica y su mesura al hablar representan un contrapunto con la carrera militar de Bolsonaro, quien maneja un tono violento y confrontativo en muchos de sus discursos.

Quienes, en cambio, lo rechazan y lo minusvaloran fijan su mirada también en la herencia del PT, aunque en este caso caracterizada no como un aspecto a destacar y sí como un pesado lastre.

A lo largo de toda la campaña, Haddad encarnó el enorme rechazo del electorado a su partido, que venció en las últimas cuatro elecciones presidenciales pero que sufrió un enorme desgaste debido, entre otros factores, a los casos de corrupción que involucraron a muchos de sus representantes.

Antes de la primera vuelta, Haddad apelaba constantemente a «los valores de Lula». Sin embargo, después de la derrota sufrida el 7 de octubre, en la que se evidenció el repudio de gran parte de los votantes al «petismo», su discurso cambió.

Cada vez con menos referencias a su «padrino» político, el académico paulista decidió encarar la campaña de segunda vuelta mostrándose como la encarnación de los valores de la democracia ante un rival que dio varias señales de autoritarismo.

En ocasiones, incluso, y pese a su tono moderado, Haddad se permitió aparecer más combativo. En la última semana describió a Bolsonaro como a un «soldadito de mentira» y se quejó en repetidas ocasiones de su ausencia en los debates. El militar, a su vez, le espeta que, como Lula, él también terminará preso.

Descendiente de libaneses, graduado en Filosofía, Política y Economía y afiliado al PT desde 1983, Haddad enfrentará el domingo el mayor desafío de su carrera política.

Por Fernando Duclos (dpa)