El presidente de Zambia muere en Londres a los 77 años

6922392wLusaka, 29 oct (dpa) – El presidente de Zambia, Michael Sata, murió a los 77 años en Londres, adonde se había trasladado hace diez días para recibir tratamiento médico, confirmó hoy el secretario de gabinete, Rowland Msiska.

No se informó qué enfermedad sufría Sata, que estaba acompañado de su esposa -una médica con la que tuvo ocho hijos- y otros miembros de su familia. El presidente de potente voz, que estaba en el hospital privado King Edward VII, era famoso sin embargo por ser un fumador empedernido.

«Con gran tristeza anuncio el fallecimiento de nuestro querido presidente», señaló Msiska en la televisión estatal, al tiempo que llamó a la población a la calma.

Horas más tarde asumió como presidente interino el hasta ahora vicepresidente, Guy Scott, de 70 años, de padres escoceses y que se convierte así, aunque sea temporalmente, en el único jefe de Estado blanco del África subsahariana.

La Constitución establece que ahora tiene que haber elecciones en un plazo de 90 días. «Estoy muy orgulloso de que me hayan confiado la tarea», dijo Scott al diario británico «Telegraph». El último mandatario blanco del continente fue hasta 1994 Frederik Willem de Klerk, en Sudáfrica.

Desde que dejó de aparecer en público en junio había insistentes rumores sobre el estado de salud de Sata y se espera que su muerte desate ahora una lucha por la sucesión.

De hecho, al partir Sata no dejó como presidente en funciones a Scott, sino al ministro de Defensa Edgar Lungu, quien encabezó la semana pasada las celebraciones por el 50 aniversario de la independencia de Zambia (ex Rodesia del Norte) de Reino Unido.

De todos modos, Scott no puede ser presidente por su ascendencia escocesa. La Constitución de Zambia exige que el jefe de Estado, al igual que sus dos padres, deben haber nacido en el país. Los comicios regulares no debían celebrarse hasta 2016.

El deterioro de la salud de Sata, el quinto presidente del país desde la independencia, ya desató anteriormente una lucha por su sucesión en el Frente Patriótico, el partido gubernamental. En agosto, el presidente destituyó en medio de la trifulca al entonces ministro de Justicia, Wynter Kabimba, uno de los favoritos para ser su heredero.

Sata gobernaba el país sudafricano, el segundo productor de cobre del continente, desde 2011. Nacido en Mpika, en el norte del país, tuvo numerosos empleos, entre ellos policía, empleado de ferrocarriles y sindicalista.

Tras la independencia en 1964, Sata fue ascendiendo en el seno del gubernamental Partido Unido Nacional por la Independencia y gobernó la capital, Lusaka, en la década del 80. Se hizo muy conocido por su cercanía con el pueblo, con acciones como ponerse a limpiar las calles con sus propias manos.

Con el tiempo se distanció del primer presidente tras la independencia, Kenneth Kaunda, y se sumó al Movimiento por la Democracia Multipartidaria (MMD), cuya campaña llevó a las primeras elecciones en las que compitieron varios partidos, en 1991. Bajo los gobiernos del MMD Sata fue ministro de Gobierno, Trabajo, Salud y ministro sin cartera.

En 2001 fundó su propio partido, el Frente Patriótico, que ganó las elecciones en 2011 con el 42 por ciento de los votos. Sata se presentaba a sí mismo como un defensor de los pobres y no dudaba en enfrentarse a los poderosos inversores chinos u occidentales en el país, aunque con el tiempo moderó su retórica.

En su campaña electoral había prometido una mejor distribución de los ingresos del cobre, en un país en donde la gran mayoría vive en la pobreza extrema pese a tener altas tasas de crecimiento económico en comparación con otros vecinos. También anunció que combatiría la corrupción y crearía empleo.

Era apodado el «Rey Cobra» por su afilada lengua, tanto por sus frases de tono populista cuando estaba en la oposición como luego en el gobierno: a menudo reprendía a sus ministros en público y en una ocasión se refirió al presidente estadounidense George W. Bush como ese «hombre joven y colonialista» cuando llegaba tarde a un encuentro.

Sus críticos lo acusaban de haberse vuelto cada vez más autoritario y de perseguir a la oposición y a la prensa.

Por Thomas Burmeister