Roma, 26 nov (dpa) – El papa Francisco propone reformas y una descentralización de la Iglesia en su primera Exhortación Apostólica, un texto de casi 200 páginas que fue publicado hoy en el Vaticano.
En el escrito el Sumo Pontífice reclama que la Iglesia emprenda «nuevos caminos» y «métodos creativos». «Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades», afirmó.
El pontífice argentino planteó además una «reforma de las estructuras eclesiales» adaptándolo a las necesidades actuales.
Asimismo reclamó una mayor implicación de los obispos y aseguró: «Tampoco creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo. No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios».
En su opinión, «una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia», y por ello subraya la necesidad de avanzar hacia una saludable «descentralización».
En el ámbito de los desafíos, el Papa habló de dar más espacio a la mujer en la Iglesia, así como en la sociedad y pidió «garantizar la presencia de las mujeres» en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, «tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales».
El papa Franciso, que ha renunciado a toda pompa y protocolo papal, rechaza el «cuidado ostentoso de la liturgia» que no se preocupa de necesidades concretas. «Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos», se lamentó.
Otro de los temas que preocupan al pontífice es el sistema económico. «Tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión», aseveró.
Francisco denunció que se considere al ser humano como un bien de consumo. «Hemos dado inicio a la cultura del descarte», señaló el papa argentino, quien concluyó: «Los excluidos no son explotados sino desechos, sobrantes».
El pontífice aseguró que la inequidad es la raíz de los males sociales. «Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema».
Y en las asuntos de la familia, el papa reafirmó la postura de la Iglesia en temas como el aborto, del que dijo no es un asunto que esté para revisiones modernizadoras. «No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana». No obstante el pontífice hace autocrítica: «También es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias», sobre todo cuando el bebé nace como producto de una violación.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, dijo que el papa escribió este texto en agosto, cuando renunció a sus vacaciones estivales.
Se trata de la principal publicación de su papado tras la Encíclica publicada en julio. En aquella ocasión el escrito fue redactado casi por entero por su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI.