El ocaso de Angela Merkel

Berlín, 29 oct (dpa) – Angela Merkel llevaba siete meses sorteando una crisis tras otra, pero su capacidad negociadora, que parecía inagotable, finalmente llegó a su fin: después de 18 años al frente de la Unión Cristianodemócrata (CDU), la canciller alemana anunció hoy que ha llegado el momento de ceder el testigo a otro.

«No he nacido canciller, eso no lo he olvidado. Hoy es el día en el que se abre un nuevo capítulo», declaró la mandataria al dar a conocer su decisión de renunciar a la reelección como presidenta del partido y a su escaño en el Parlamento. Aunque su intención es seguir como jefa del Gobierno en Berlín hasta que termine la actual legislatura en 2021, el final de su era ya tiene fecha.

Su anuncio, inesperado, se produjo después de volver a ser elegida como jefa del Ejecutivo alemán por cuarta vez consecutiva a mediados de marzo.

En sus 13 años años al frente del Ejecutivo alemán, se ha visto obligada a hacer gala de su perseverancia y aguante al lidiar con graves crisis como la financiera y la del euro, con importantes y polémicos rescates millonarios como el de Grecia, o con la crisis de los refugiados, después de que en 2015 entraran cerca de 900.000 solicitantes de asilo al país.

Su decisión de abrir las puertas a los inmigrantes varados en Hungría en el verano de 2015, algo que siempre ha defendido como una «decisión humanitaria», marcó un antes y un después en su mandato. Los problemas de la gestión migratoria, que dejaron patente el fracaso de su famosa frase «Lo vamos a conseguir», acabaron por hacer mella en su torre de marfil.

El tema de los refugiados polarizó a la sociedad alemana y sirvió de trampolín al partido populista y de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) para acceder al Parlamento como tercera fuerza política en los comicios generales del 24 de septiembre de 2017.

Merkel caminó por el difícil escenario que dejó el resultado electoral con tiento, pero con paso firme consciente de su meta final: ser reelegida canciller.

La prensa alemana comenzó a hablar de una canciller en crisis, de una mandataria en sus horas más bajas, del fin de la era Merkel por su incapacidad para formar Gobierno. Pero una vez más, volvió a remontar el vuelo y logró no sólo que los socialdemócratas nuevamente aceptaran sentarse a negociar, sino forjar, in extremis, una nueva coalición.

Con unos socialdemócratas recelosos en caída libre y una Unión Cristianosocial (CSU) -partido hermano de la CDU- dispuesta a imponer una política dura en la cuestión migratoria de la mano de su líder y ministro de Interior, Horst Seehofer, el nuevo Gobierno caminó por aguas turbulentas desde el principio y cada vez más voces auguran un adelanto de las elecciones.

Ahora, con el duro revés electoral en las regionales de Baviera hace dos semanas y en Hesse, el pasado domingo, Merkel ha vuelto a dar muestra de su pragmatismo al comenzar a allanar el camino a un posible sucesor, que será el encargado de concurrir en unos nuevos comicios.

«Continuar como hasta ahora ya no es suficiente» tituló el conservador diario alemán «Frankfurter Allgemeine Zeitung» una columna de opinión sobre la decisión de Merkel de dejar de ocupar cualquier cargo político una vez finalice la actual legislatura.

El rotativo «Süddeutsche Zeitung» ve el cambio como «una oportunidad para la CDU». En su opinión, «este paso encaja» con una persona que siempre ha actuado «de manera sobria y hasta fría» con todo lo relacionado con carreras políticas.

«Hasta ahora esto siempre se ha referido a las carreras de otros, pero ahora también se aplica a la suya propia. Esto es coherente y merece respeto. Aunque pueda parecer absurdo a primera vista, Angela Merkel se ha mantenido fiel a sí misma», escribió el diario.

Independientemente de eso, la gran pregunta en estos momentos en Alemania es: ¿llegará al final de su mandato el frágil Gobierno de coalición? Mucho dependerá de quién sucederá a Merkel al frente de la CDU, si un aliado o un rival interno suyo, y de lo que hagan los socialdemócratas.

Por Almudena de Cabo (dpa)