
Viena (dpa) – La «Liebre» del artista renacentista alemán Alberto Durero se ve tan real que impacta. «Una liebre, retratada de forma precisa, que hace que uno sienta que podría meter los dedos entre su pelaje», dice Christof Metzger sobre la pintura mundialmente famosa.
Metzger es curador jefe del museo Albertina de Viena y un reconocido experto en Durero. Con su equipo concibió en los últimos años una exposición que se centra única y exclusivamente en el gran artista renacentista de Núremberg inaugurada el 20 de septiembre.
Junto a la famosa «Liebre» se encuentran en la muestra la «Gran mata de hierba» y el «Ala de una carraca europea», que al igual que la primera, son pinturas con una gran riqueza de detalles.
Una cosa es observar, y otra cosa llevar al papel: al parecer, Durero podía hacer muy bien las dos cosas de forma impactante. La muestra, que abarca unas 200 obras del artista, no se centra sin embargo en sus estudios sobre la naturaleza, sino que contrapone sobre todo algunas de las obras con los estudios previos de los detalles.
«En realidad, a Durero pintar le resultaba enormemente molesto porque en eso dependía de los clientes», explica Metzger. Así y todo, los cuadros de Durero no tienen nada que envidiarle a sus más conocidos dibujos. «Los colores, todos los detalles en los animales, ya eso es genial», afirma Metzger.
Sobre todo entusiasma al curador el cuadro «Adoración de los Reyes», que la Galería de los Uffici de Florencia puso a disposición. «Allí las pieles son pieles, el oro es oro, la piedra es piedra», dice.
Metzger asegura que lo especial en los estudios de manos de Durero es que estos suelen ser más detallados y finos que en los cuadros terminados.
Explica que Durero no sólo hacía estos estudios para preparar sus obras, sino también para exponerlos en su atelier. De esta forma podía mostrar su arte y esperar que, en consecuencia, le pagaran generosamente.
Durero es sinónimo de fidelidad a los detalles, de trazos delicados de pincel y también de perfección. «En la pintura ‘Ala de una carraca europea’ Durero pintó hasta las fibras más finas de las plumas», asegura Metzger.
En «Gran mata de hierba» se puede reconocer, por el nivel de detalle en que fue captado el grado de marchitamiento, que la pintura tiene que haber sido creada a fines de abril o principios de mayo.
A la ‘Liebre’ incluso le pintó el reflejo de una ventana en el ojo. «La ‘Liebre’ ya era en el siglo XVI su obra más famosa», añade.
Durero demostró su capacidad en sus años mozos con su «Autorretrato a los 13 años», la más antigua de sus obras y que aún se conserva. En ese entonces era aprendiz del taller de orfebrería de su padre e hizo el dibujo con un lápiz de punta de plata que apenas permite hacer correcciones.
Durero puso fin al aprendizaje en el taller de su padre y se formó como pintor. Además, efectuó viajes con frecuencia. Estuvo en numerosas ocasiones veces en Italia y creó cuadros que hoy en día son considerados de los más significativos del Renacimiento.
El director el museo Albertina, Klaus Albrecht Schröder, elogió sobre todo la imparcialidad que se desprende de la obra de Durero. «Tenía la frescura de la primera mirada, y supo mantenerla», afirmó Schröder.
Lo que impresiona al recorrer la muestra es que muchas de las obras, que tienen alrededor de 500 años de antigüedad, están muy bien conservadas. «Los cuadros no han hecho muchos viajes», explica el curador Metzger.
Muchas obras se mantuvieron juntas tras la muerte de Durero y fueron cedidas en pocos casos. El Albertina de Viena cuenta de hecho con la mayor colección de obras de Durero de todo el mundo.
Para el Albertina, esto es una gran suerte: lo más probable es que, 16 años después de la última y más grande muestra sobre Durero, esta sea un éxito de visitantes.
Por Fabian Nitschmann (dpa)