Barcelona, 10 sep (dpa) – La larga crisis abierta por el desafío independentista en Cataluña comenzará mañana martes una nueva escalada cuando cientos de miles de personas salgan a las calles de Barcelona para pedir la ruptura con España y la puesta en libertad de los nueve políticos en prisión preventiva por el plan secesionista.
Más de 440.000 personas se inscribieron ya para participar en la manifestación de la «Diada», la fiesta principal de la región nororiental de España que en los últimos años fue usada por los independentistas -cerca de la mitad de la sociedad catalana- para pedir la formación de una nueva república.
El presidente de Cataluña, el independentista Quim Torra, prometió «una manifestación histórica», mientras que la entidad convocante Asamblea Nacional Catalana (ANC) llamó a una «Diada trascendental»: «Solo con la fuerza de toda la gente conseguiremos recorrer el último tramo para conquistar, de una vez por todas, la independencia».
Cerca de un millón de personas participaron en la manifestación de la Diada hace un año. Desde entonces, la situación en Cataluña sufrió una serie vertiginosa de acontecimientos que alteraron el clima político y social en la región y abrieron la peor crisis institucional de las últimas décadas en España.
El 1 de octubre de 2017, el Gobierno del entonces presidente catalán Carles Puigdemont celebró un referéndum independentista declarado ilegal por el Constitucional español que acabó con cientos de heridos en choques entre votantes y policías que tenían orden de impedir la consulta.
Aunque la votación se realizó sin garantías ni reconocimiento internacional y fue boicoteada por los no soberanistas, Puigdemont la consideró un «mandato» para declarar unilateralmente la independencia de España, paso que dio el Parlamento catalán el 27 de octubre.
El Gobierno español respondió destituyendo ese mismo día a Puigdemont y su Gobierno y la Justicia procesó a 25 responsables del plan. Nueve de ellos se encuentran en prisión preventiva a la espera de juicio, mientras que otros siete huyeron a Bélgica, Reino Unido y Suiza, incluido el propio Puigdemont.
La cercanía de los juicios a los procesados -que el independentismo considera «presos políticos»-, el primer aniversario del referéndum y la misma Diada llevaron a la prensa a hablar de un «otoño caliente» en Cataluña. Torra aseguró estar dispuesto a «llegar hasta el final» y no descartó volver a la desobediencia.
Aunque la llegada del socialista Pedro Sánchez al Gobierno español en junio abrió nuevos canales de diálogo entre Madrid y Barcelona, algunos analistas sostienen que el objetivo de Torra los próximos meses será «calentar» el ambiente para convocar nuevas elecciones regionales con el electorado independentista bien movilizado.
En su discurso de apertura del curso político la semana pasada, Torra apeló así al diálogo con Madrid mientras acusaba de «fascista» al Estado español y comparaba la situación en Cataluña -una de las regiones más prósperas y con más autogobierno de Europa- con la del pueblo kurdo o el retroceso de derechos en Turquía.
En ese contexto, y como viene ocurriendo los últimos años, la ANC y otras entidades convocantes organizaron el acto de mañana al milímetro para darle el mayor impacto simbólico y coreográfico.
Los asistentes serán trasladados desde diversos puntos de Cataluña en 1.500 autobuses y dispuestos en 38 tramos a lo largo de la Diagonal, una de las principales arterias del centro de Barcelona. Muchos portarán una camiseta «hecha en Cataluña» que vende la ANC.
Tras unos minutos de silencio, se lanzará un cohete en la cabecera de la manifestación a las 17:14 horas: una alusión al 11 de septiembre de 1714, cuando Barcelona cayó en manos de las tropas borbónicas durante la Guerra de Sucesión Española. Los diversos tramos romperán entonces su silencio para generar una «gran ola» de sonido.
«Con la caída de este muro, que hace referencia a los obstáculos superados y a superar, se introducirá el concepto de República catalana, la independencia, como objetivo final», indicó la ANC. Su presidenta, Elisenda Paluzie, prometió una manifestación «masiva, pacífica como siempre y en la que no habrá un incidente».
Los partidos de la oposición anunciaron que no participarán en un acto que representa solo a la mitad de la sociedad y reprocharon a Torra que utilice para ello la fiesta regional de todos los catalanes.
En una entrevista emitida el domingo, Torra respondió que la de mañana es una marcha «por la república catalana». Quienes no defiendan ese objetivo «tienen todo el derecho a manifestarse en otro lugar», zanjó.
Por Pablo Sanguinetti (dpa)