El Gobierno de Sánchez pide a Cataluña que rebaje la tensión ante un «otoño caliente»

Madrid/Barcelona/Bogotá, 31 ago (dpa) – Ante lo que se prevé como un «otoño caliente» en Cataluña, coincidiendo con al primer aniversario del turbulento referéndum independentista en la región española, el Gobierno de Pedro Sánchez pidió hoy al Ejecutivo catalán de Quim Torra que rebaje la tensión par evitar «escaladas dialécticas».

Tras el deshielo en las relaciones Madrid-Barcelona, en una nueva era marcada por la llegada de Sánchez y Torra a sus respectivos Gobiernos, y después de unos meses estivales relativamente tranquilos en lo que a política se refiere, el proceso separatista catalán vuelve a la palestra con citas importantes en las próximas semanas.

La primera será el próximo martes, cuando el «president» catalán pronunciará en el Teatro Nacional de Cataluña una conferencia titulada «Nuestro momento» en la que, según el diario catalán «La Vanguardia», planteará la desobediencia a la Justicia, así como un ultimátum al Gobierno para negociar un referéndum soberanista.

La información publicada el jueves por el rotativo hizo reaccionar a Pedro Sánchez, quien desde Colombia, donde se encontraba de viaje oficial, advirtió a Torra de las consecuencias que podría tener una posible vía unilateral hacia la independencia en la región española.

«Torra sabe perfectamente cuál es el camino que depararía volver a la quiebra de la legalidad», expresó en alusión a la posible aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que permite intervenir la autonomía de una región, como ya ocurrió como Cataluña en octubre.

El «president» catalán, por su parte, respondió a través de Twitter a Sánchez. «Creía haber entendido que a un problema político íbamos a buscarle una solución política. Por nuestra parte, siempre nos encontrarás en la vía de la obediencia al pueblo de Cataluña, el diálogo, la convivencia y la no violencia» expresó.

El Gobierno español reitera que sus límites, la legalidad y la Constitución, son claros, pero insiste en la importancia del diálogo abierto con Cataluña, después de que Sánchez y Torra se reunieran el 9 de julio en el palacio presidencial de La Moncloa. De aquel primer encuentro salió el compromiso de retomar las relaciones bilaterales y de celebrar una segunda cita en Barcelona en septiembre.

El Ejecutivo de Sánchez aseguró hoy que espera que, pase lo que pase, la reunión se celebre. «Vamos a trabajar por ella y para ella. Y vamos a trabajar con convicción para continuar por el camino político», recalcó la portavoz, Isabel Celaá.

En rueda de prensa, Celaá destacó que Madrid «no tiene ninguna intención de recorrer ninguna escalada dialéctica» con Cataluña ni quiere un «aumento de la tensión». Y recordó, además, que «de ninguna manera» se puede negociar un referéndum soberanista en Cataluña porque «no está en la Constitución» española.

«El Gobierno quiere que el ‘Govern’ rebaje su tensión, porque no puede establecer a modo de ultimátum cuestiones que para nada están en un camino hacia la normalidad, hacia la conclusión de un conflicto político», dijo tras la reunión del consejo de ministros.

Sobre la posible aplicación del artículo 155 en caso de que Torra dé un paso más allá de la legalidad, la portavoz señaló: «Este Gobierno cree que debe haber suficiente inteligencia en el otro lado como para aprovechar el pasillo abierto en política».

El desafío del Gobierno catalán al Estado español, que tuvo su momento más tenso el pasado octubre, está todavía muy presente. La celebración del referéndum soberanista el 1 de octubre y la declaración para crear una república independiente, días después, abrieron una crisis institucional sin precedentes en España.

El anterior Ejecutivo central, encabezado por el conservador Mariano Rajoy, destituyó en octubre al «Govern» del separatista Carles Puigdemont e intervino durante meses la autonomía de Cataluña, hasta que Torra se puso al frente del Ejecutivo regional.

Por otra parte, la Justicia española abrió una investigación sobre el llamado «procés» y envió a prisión de forma provisional a algunos de los miembros más destacados del «Govern» de Puigdemont, así como a los dos líderes civiles independentistas más importantes.

Otros ex responsables públicos catalanes salieron de España para evitar ser detenidos, como el propio Puigdemont, quien se encuentra actualmente en Bélgica.

La tensión política también se trasladó a las calles en los últimos meses, con altercados entre separatistas y españolistas por la presencia de símbolos en el espacio público de Cataluña, especialmente por los lazos amarillos utilizados por los independentistas para reivindicar la libertad de los presos.

El tenso ambiente que se respira en algunos puntos de la región anticipa un otoño (europeo) incierto en Cataluña, donde el separatismo ya tiene marcadas en rojo algunas fechas del calendario.

Una de ellas es el 11 de septiembre, cuando con motivo de la celebración de la Diada, la fiesta más importante de Cataluña, los separatistas volverán a sacar previsiblemente músculo en las calles con multitudinarias marchas en la región española.

Además, en el horizonte están los juicios a los políticos soberanistas investigados, que posiblemente marcarán un punto de inflexión en la crisis en los próximos meses.

Por Ana Lázaro Verde (dpa)