Barcelona, 22 oct (EFE).- En apenas una fracción de segundo, el fotógrafo Sebastiâo Salgado capta un mundo con su cámara. A partir de mañana en Barcelona y, gracias a su último proyecto, «Génesis», muestra el mundo «más prístino» y homenajea visualmente a un planeta frágil que cree que, «entre todos, tenemos el deber de preservar».
Hasta el próximo 8 de febrero, el público que acuda a CaixaFórum Barcelona podrá recorrer la Tierra, desde la Antártida a Siberia, pasando por Botsuana, Madagascar o las Galápagos, y adentrarse por ríos, selvas y volcanes a través de las 245 imágenes que el artista brasileño ha reunido en este trabajo, con el que alerta sobre la acción del hombre en la naturaleza.
Acompañado por su esposa, Lélia Wanick Salgado, comisaria de la muestra, el artista ha advertido hoy, rodeado de periodistas, que «hemos abandonado nuestro planeta» y que es necesario que este hecho se revierta «si queremos sobrevivir como especie».
Después de sus impactantes series sobre la explotación laboral global y las migraciones humanas, este economista de formación ha pasado ocho años y realizado 32 viajes por tierra, mar y aire para captar las zonas vírgenes del globo terráqueo y mostrarlas en todo su esplendor.
Siempre en blanco y negro, tanto se fija en unos elefantes marinos como en unos pingüinos barbijos o en unos flamencos del Caribe, sin obviar un lémur saltador de grandes ojos, un leopardo poco después de matar a un impala macho o a un buey almizclero.
Tampoco son ajenas a su cámara pequeñas tribus humanas como los hombres de la etnia Holi, quienes usan pelucas decorativas de pelo humano; los miembros de la etnia yali, que cubren sus penes con largas fundas que construyen con cáscaras de frutos secos, o las africanas mursis y surmas, las últimas mujeres del mundo que llevan platos en sus labios.
Una tormenta en la cordillera de Makay aparece en otras de las instantáneas, igual que los rápidos del río Colorado o El Pantanal, uno de los humedales más extensos del mundo.
Se trata de dar a conocer lugares que «hasta el momento han esquivado el largo brazo del mundo actual» y de dar testimonio de «que el planeta sigue albergando amplias y remotas regiones donde reina la naturaleza».
La exposición se estructura en cinco apartados, representando cada uno de ellos una extensa región con varios ecosistemas y colectivos humanos: «Los confines del sur»; «Santuarios»; «África»; «Las tierras del norte» y «La Amazonia y el pantanal».
Lélia Wanick Salgado, cuya abuela paterna era indígena, ha reconocido que ha sido difícil hacer una selección del ingente material fotografiado y, al final, se apostó por mostrarlo según su procedencia geográfica.
Salgado, contento de haber regresado a Barcelona, la segunda ciudad que conoció de Europa después de Lisboa en el año 1969, ha desgranado que esta iniciativa empezó a tomar forma después de sufrir «problemas psicológicos serios» tras años de estar en «lo alto de la ola del movimiento histórico».
Se refugió con la familia en Brasil, en su lugar natal, una finca ganadera en el valle del río Doce, en el estado de Minas Gerais, y allí se encontró con «una tierra tan degradada» como él estaba, por lo que inició trabajos de reforestación.
Además, reflexionó sobre lo que estaba ocurriendo y llegó a la conclusión de que «para hacer la sociedad moderna hemos destruido todo, lo que es una enorme contradicción».
Aprovechando que está en España, un lugar que quiere y que ha recorrido en otras ocasiones, ha alentado a que también se lleven a cabo proyectos de recuperación de la naturaleza con elementos del ecosistema propio, «no vale traer árboles de Francia o Indonesia».
Con aplausos, ha terminado afirmando que tiene la esperanza de que los visitantes a la exposición tomen conciencia de que todavía hay lugares vírgenes en el mundo y de que no es sólo tarea de las instituciones trabajar «para conseguir el edén».
Irene Dalmases
