El Ford Mustang, vehículo de culto, cumple 50 años

El Ford Mustang cumple 50 añosDEARBORN, EEUU (dpa) – El primer día que se puso a la venta hubo 22.000 peticiones y en el primer año de producción, se vendieron medio millón de coches: cuando Ford presentó en la Feria Internacional de Nueva York el 17 de abril de 1964, hace 50 años, el Mustang, tocó la fibra sensible de la época.

El coupé y el cabriolet fueron los iconos de los años sesenta, parecían nacidos del momento de excitación y del entusiasmo tecnológico que imperaban en Estados Unidos.

Pero el Mustang en realidad no era ninguna genialidad técnica ni un plan independiente. Cuando el entonces vicepresidente de Ford, Lee Iacocca, reclamó un cuatro plazas deportivo pero asequible, sus ingenieros revistieron sin vacilar el Ford Falcon.

Iacocca justificó el éxito del Mustang sobre todo en su polivalencia. «Por un lado es un coche asequible, tremendamente práctico y para el día a día, ideal para parejas jóvenes con dos niños», dijo en una conferencia de prensa pocos días antes del estreno mundial. «Quien quiera pagar algo más, tendrá un coche de lujo con numerosas opciones, asientos deportivos, una capota dura y hasta aire acondicionado. Y sobre todo, el Mustang es un deportivo resistente para la calle y la carretera», agregó.

Aunque el modelo base sólo tenía un motor de seis cilindros con 2,8 litros y 102 caballos, también de inicio hubo la posibilidad de optar por un V8 de 4,7 litros y 275 caballos.

Iacocca logró que el famoso piloto Caroll Shelby se entusiasmara con el Mustang, por lo que se convirtió en socio y se encargó del tuning del modelo. De ahí nació la variante más afilada del Mustang con la inscripción Shelby GT, transformando el pony de la parrilla de ventilación en un caballo de carreras más acorde con el espíritu del vehículo.

También el marketing tuvo mucho que ver en su fulminante inicio, ya que nunca un coche había levantado tanta expectación mundial con pruebas para periodistas que hicieron que fuera portada de las revistas «Time», «Newsweek» y «Life». El día antes del estreno, los periódicos publicaron páginas enteras de publicidad, que también llegó por la noche a las televisiones del país. Surtió efecto, ya que los concesionarios no podían dar abasto con las peticiones.

Aunque el Mustang ha tenido sus fans en todas las décadas, al echar la vista atrás su historia ha sido más la de una montaña rusa: a las dos primeras generaciones, que alcanzaron la categoría de culto, les siguieron otras dos versiones coupé tan feas como raras que perdieron parte de su potencia por la crisis energética de la época y que se convirtieron en productos masivos sin valor.

Sólo a final de los años 90, el Mustang recuperó la senda del éxito cuando Ford apostó por la ola retro, recuperó el diseño original, aumentó la potencia y tomó fuerza de nuevo como el vehículo de culto que había sido.

Han pasado 50 años y la comunidad de fans es enorme en todo el mundo: según Ford, hay más de 250 clubes en honor del modelo y en Google se registran 41 millones de entradas. En Facebook acumula 5,5 millones de amigos, más que ningún otro coche. Se le conoce gracias a más de 3.000 producciones de televisión y por películas como «Bullit», con Steve McQueen, o «Goldfinger», de la saga de James y con Sean Connery como protagonista. Ha sido inmortalizado también en cientos de canciones.

Al igual que el Corvette de Chevrolet o el Jeep Wrangler, el Mustang se convirtió en un producto cultural de Estados Unidos tan conocido como la botella de Coca-Cola o el Big Mac. «Si le preguntas a un hombre del Tennessee profundo qué es un Jaguar, podría contestar que se trata de un felino. Pero si le preguntas qué es un Mustang, contestará que es un Ford», describe el significado del coche el ex director de la producción, John Coletti.

Fuera de Estados Unidos es a la vez algo exótico pero también algo conocido por formar parte de la cultura popular.

Ayudó también su precio. La primera edición de 1964 se vendía por sólo por 2.368 dólares. Hoy en los Estados Unidos cuesta 22.500.

Sin embargo, la atractiva relación entre precio, potencia y prestigio conduce en ocasiones a malentendidos. El alto rendimiento de algunas versiones de Mustang se puede comparar con las de otros deportivos como el Porsche 911 o el BMW M3, pero eso hace que las expectativas se trasladen también a otros elementos en los que el Mustang en realidad no está a la misma altura. Por ejempplo, la escasa gama de sistemas de asistencia, el sencillo interior de plástico o la dirección rígida.

«No hablamos aquí de un deportivo de lujo con un interior barato, sino de un coche barato con potencia máxima», afirma Christopher Starke, fan y propietario de un Mustang.

Esta afirmación no sirve sólo para modelos nuevos como el Shelby GT500 de 662 caballos, un cabrio que por 60.100 dólares corona la actual generación Mustang, sino para modelos antiguos y usados que siguen siendo asequibles, aunque por un viejo Mustang se pueda pagar una gran cantidad: modelos deportivos exclusivos o series especiales como el Boss 302 o los modelos Shelby se encuentran en portales de Internet a precios entre los 70.000 y los 140.000 dólares. También se pueden pagar 700.000 por un Mustang único.

Da igual que sea una pieza única o un coche para el día a día. Los fans del Mustang no deben preocuparse por dónde encontrar piezas de repuesto. «Hay casi diez millones de coches en las calles y cientos de miles de aficionados en todo el mundo. Eso alimenta una industria que sobre todo en Norteamérica se especializa en el servicio, el tuning y la reparación de diversas generaciones de Mustang y que ha enviado piezas por todo el mundo», afirma Starke.

Pronto eso no será necesario. Con motivo del 50 aniversario del clásico, Ford presenta la sexta generación del Mustang haciendo a la comunidad de aficionados dos regalos. Por un lado, el coche en sí, fiel al ideal de hace cinco décadas, y por otro, por fin, la suspensión frontal independiente y como extra el motor de cuatro cilindros.

Además, ha sido concebido como un coche para todo el mundo, por lo que se podrá adquirir en concesionarios Ford en países que durante 50 años tuvieron que exportarlo.

Por Thomas Geiger