Doha, 3 dic (dpa) – En febrero se cumplirá una década de la llegada al primer puesto del ranking mundial por parte de Roger Federer, el único periodo de diez años en la historia del tenis en el que sólo hubo tres números uno. El dato refleja un hecho ya incuestionable: el envejecimiento del circuito.
El deporte que fuera en los ochenta y los noventa un continuo florecer de adolescentes maravillosos tiene hoy en su cúspide a una aplastante mayoría de mayores de 25 años -todos los ‘top 10’ cumplieron ya esa edad- y un porcentaje notable de mayores de 30 -de hecho, nueve de los 30 mejores en la actualidad-.
Mientras en los últimos diez años sólo el suizo Federer, el español Rafael Nadal y el serbio Novak Djokovic fueron números uno, en la década anterior hubo 11. Después de Nadal, sólo dos jugadores se han incorporado a la «superelite»: Djokovic y Andy Murray.
Tanto el serbio como el británico se hicieron profesionales en 2003. Ningún jugador con menos de diez años de antigüedad en el circuito ha llegado a colocarse entre los tres mejores del mundo.
«No hay razón alguna para pensar que el tenis beneficie especialmente a jugadores de cuerpos en desarrollo y no a físicos más maduros», explica el nuevo entrenador de David Ferrer, José Francisco Altur, que fija entre sus objetivos en la etapa que ahora comienza con el jugador español «prolongar todo lo posible su vida profesional, que aún puede durar al máximo nivel varios años».
Ferrer cumplirá 32 años en abril. El alemán Tommy Haas, que en una segunda juventud es número 12 mundial, cumplirá entonces 36. Por comparar, el sueco Bjorn Borg se retiró con 26, después de haber ganado 11 Grand Slam, el primero a los 18 años. Boris Becker dijo adiós a los 31, con su primer Wimbledon a los 17.
Frente a esa hegemonía adolescente del pasado, el último título en un Grand Slam de un jugador que no hubiera cumplido los 20 años se produjo en el Roland Garros de 2005, de la mano del último «niño prodigio»: Nadal.
«Sé que no es normal que unos pocos jugadores hayan dominado durante tanto tiempo. Los mismos cuatro llevamos dos años en el ‘top 4’, por ejemplo. No es algo común, mirando atrás en la historia de nuestro deporte», señaló Nadal, actual número uno del mundo, durante el torneo de Doha.
«No sé si este año cambiará, ni sé qué jugadores pueden hacerlo. Más o menos la lista está ahí, en la cabeza de todos. Lo que espero es trabajar duro para retrasar mi salida de ese grupo todo lo posible», agregó.
No hay razón para pensar que los jóvenes que se van incorporando al circuito tengan menos calidad, pero los resultados de todos ellos siguen por debajo de los de esa aristocracia consolidada.
En los torneos que se disputan en la primera semana del año tenístico, la tendencia viene a confirmarse. En Doha está en semifinales un jugador procedente de la previa, una «joven promesa» alemana, Peter Gojowczyk, que cumplirá este año los 25. Y con esa edad fue el más joven de los ocho cuartofinalistas.
Mientras, en Brisbane, el australiano Lleyton Hewitt, de 32 años, sigue aportando hitos a su carrera, que lo llevó hace 12 años a ser con 20 años y 268 días de edad el número uno mundial más joven de la historia. Y en Chennai la estrella local para el público indio es Leander Paes, que se mantiene entre los mejores doblistas del mundo ya con 40 años.
Además de la mejora en la preparación física, las comodidades en los viajes y los torneos, que contribuyen todos ellos a prolongar la vida del tenista, hay otro factor decisivo por el cual muchos pueden estar alargando su carrera: el económico.
La creciente cuantía de los premios no solo para los vencedores de torneos, sino también para la «clase media» del circuito, hace que merezca la pena apurar una carrera profesional.
Como ejemplo, el número 50 del mundo en la actualidad es el francés Nicolas Mahut, de 31 años. En 2013, cobró en premios de los distintos torneos en que participó, en individuales y dobles, casi 600.000 dólares. El número 99 mundial, el colombiano Alejandro Falla, de 30, sumó 350.000.
Mahut ganó en 2013 más dinero que Bjorn Borg en cualquiera de sus temporadas como número uno del mundo, 30 años atrás.
Por Julián Díez