Bogotá (dpa) – El entrenamiento para el Tour de Francia tiene lugar ya en el invierno boreal. Muchos equipos reúnen en diciembre a sus ciclistas en campos de entrenamiento alejados de sus domicilios. Otros lo tienen más fácil y les basta con sacar la bicicleta de su propio garaje para practicar su etapa de montaña.
Nairo Quintana, tres veces ya en el podio del Tour detrás de Chris Froome (2013, 2015 y 2016), es uno de esos privilegiados. El escalador colombiano habla con entusiasmo de su región natal, Boyacá, y de las condiciones de entrenamiento.
«Tengo una casa a 3.200 metros de altitud. En los alrededores hay excelentes pistas de entrenamiento. Hoy en día, casi todos los ciclistas que quieren participar en los grandes tours van a campamentos de entrenamiento de altitud para que sus cuerpos se adapten a los niveles bajos de oxígeno. Yo lo hago siempre aquí en casa», dice Quintana, ganador del Giro (2014) y la Vuelta (2016).
Al capitán del equipo español Movistar le falta solo el Tour de Francia incluir en su palmarés los tres grandes torneos grandes del ciclismo.
Colombia ha producido una generación muy talentosa de ciclistas. Entre ellos está el sprinter Fernando Gaviria que brilla en los grandes premios europeos.
«En la actualidad contamos con unos 20 ciclistas en el World Tour», dice el entrenador nacional Fernando Saldarriaga, quien espera que la cifra aumente.
Colombia hace también las veces de circuito de entrenamiento para los equipos europeos. Para el Tour Colombia a disputarse en febrero, el equipo británico Sky Team en torno al cuádruple vencedor del Tour, Chris Froome, llegará al país andino un poco antes para beneficiarse de las condiciones locales.
El ciclismo colombiano ha estado varias veces en la mira del mundo por casos de dopaje. La detención en 2016 del médico bogotano Alberto Beltrán, quien se encuentra cumpliendo una condena de tres años de prisión en España, ensombreció las proezas de los profesionales del país.
«A los ciclistas siempre se les ofrecen sustancias prohibidas. No se puede controlar completamente», dice Carlos Chalapud, coordinador del programa de jóvenes talentos «Boyacá Raza de Campeones» iniciado por Quintana. Uno de los ciclistas del programa fue uno de los ocho casos positivos de la Vuelta a Colombia en 2017.
Los controles fueron realizados en aquel momento por la Unión Ciclista Internacional (UCI). «Es una mala señal. Tan pronto como llegan los controles del extranjero, se encuentran deportistas que se dopan y que hasta ahora no habían sido descubiertos», dice Saldarriaga, criticando las deficiencias de calidad del programa nacional de antidopaje.
Otro revés para el ciclismo colombiano fue la suspensión del laboratorio antidopaje de Bogotá en febrero de 2017. Desde entonces, las pruebas son analizadas en Salt Lake City. Resultado: mayores costos de transporte y menos pruebas.
«En 2017, todavía podíamos realizar unos 2.300 controles. Debido a los costos adicionales causados por los análisis en el extranjero, sólo llegamos a 700 en 2018», explica Orlando Reyes, coordinador de la Agencia Nacional Antidopaje, en entrevista con dpa.
Reyes clasifica el ciclismo como un «deporte de riesgo» y por esa razón ha aumentado la proporción de controles del 20 al 35 por ciento. El objetivo es que el deporte nacional número uno en Colombia sea más limpio, sin duda también para no poner en peligro la exportación de talentos a Europa.
En la categoría World Tour, Quintana cuenta con que haya «justicia en los controles». «Aquí hay tantas pruebas como en Europa. Nos siguen muchos inspectores de Bélgica, Francia y España», añade el deportista.
Por Tom Mustropoh (dpa)
Foto: David Stockman/BELGA/dpa