Roubaix (Francia), 16 jul (dpa) – El alemán John Degenkolb se impuso ayer en la llegada del Tour de France de ciclismo a la mítica ciudad de Roubaix, en una etapa en la que 21,7 de los 156,5 kilómetros discurrieron sobre los temidos adoquines.
El sprinter del Trek-Segafredo se llevó una novena etapa que estuvo marcada por numerosas caídas, entre ellas la del australiano Richie Porte, que se vio obligado a abandonar la carrera con una posible rotura de clavícula.
«Esto es tan emocionante», dijo Degenkolb, que hacía seis años que no ganaba en el Tour. «Se lo agradezco a mi familia y mi equipo, que en los últimos dos años tras mi accidente siempre creyeron en mí», añadió.
«Esto es lo más bonito que podría pasarme», señaló el alemán, cuya carrera se vio afectada por el grave accidente que tuvo en un entrenamiento en enero de 2016.
El ganador dedicó la victoria a un amigo de su padre que lo acompañó siempre desde el comienzo de su carrera como profesional.
Degenkolb se impuso por delante del belga Greg Van Avermaet, que pese a que se quedó sin victoria de etapa, defendió un día más su posición de líder de la prueba, que mañana tendrá su primera jornada de descanso.
En tercera posición entró el también belga Yves Lampaert, que completó el trío de cabeza que se jugó la victoria final de etapa después de destacarse en el pavés.
Muchos ciclistas se fueron al suelo durante los complejos 21 kilómetros de adoquinado antes de Roubaix. De los grandes favoritos, Chris Froome -pese a sufrir también una caída-, Tom Dumoulin, Vincenzo Nibali y Nairo Quintana salieron bien parados, todos con 27 segundos de desventaja con el ganador del día.
El francés Romain Bardet, por el contrario, perdió pie en la lucha por el maillot amarillo a causa de tres averías en su bicicleta. El español Mikel Landa también sufrió por una caída.
El peor parado, sin embargo, fue Richie Porte. El corredor del BMC es el primero de los favoritos para la general que tiene que retirarse. No obstante, su accidente se produjo unos 37 kilómetros antes de empezar el tramo de pavés que suele convertir en un infierno la clásica de primavera París-Roubaix.
Por Andreas Zellmer (dpa)