Las mermeladas son ese manjar dulce que acompañan los desayunos, postres y comidas en muchas mesas. En este sentido, es útil conocer todo sobre las mermeladas y sus procesos de preparación.
La mermelada consiste en una conserva de frutas que se realiza cocinándose con azúcar. Se creó como una forma de conservar las frutas para evitar que se perdieran las excedentes al final de la temporada, e igualmente poder consumirlas en cualquier época del año.
Aunque el proceso de elaboración de las mermeladas no ha variado mucho desde entonces, hoy en día es posible encontrar algunas variaciones en los tipos de mermeladas, como por ejemplo la mermelada light, la cual se realiza aprovechando al máximo los azúcares naturales de la fruta y su pulpa, con la diferencia de que en el proceso de cocción no se agrega azúcar refinada, sino edulcorantes o sustitutos del azúcar.
De este modo, se obtiene un producto que conserva las mismas características de una mermelada tradicional, pero con un contenido calórico mucho más bajo. Por lo que es ideal para las personas que quieren reducir el consumo de azúcar refinada, son diabéticos, quieren bajar de peso o simplemente quieren llevar un tipo de alimentación más saludable.
En vista de ello, hablaremos sobre las mermeladas y sus procesos de elaboración.
Proceso de elaboración de la mermelada
La receta para preparar una mermelada es muy fácil y económica. Sin embargo, es importante cuidar los detalles durante cada etapa del proceso, pues de ello depende el sabor, la textura y la apariencia final de la conserva. Por lo tanto, se deben llevar a cabo los siguientes pasos:
Elección y preparación de la fruta
Lo primero que se debe hacer cuando se quiere preparar una mermelada de buena calidad, es elegir la fruta. Esta preferiblemente debe estar en un punto de maduración adecuado, es decir, ni muy madura, ni muy verde. Y es que mientras más madura se encuentre la fruta, mayor es la cantidad de pectina que esta contiene, siendo este el componente que se encarga de dar la consistencia gelatinosa a la fruta cuando se somete al calor.
Lo siguiente que se debe hacer es preparar la fruta. Esto conlleva principalmente el lavado y secado de la misma, para eliminar todos los restos de suciedad que pueda contener y evitar el exceso de agua extra en la olla de cocción.
Estos pasos hay que hacerlos con mucho cuidado, pues no se quiere dañar la fruta con golpes o cortes que propicien la oxidación y descomposición. Asimismo, se deben retirar esas partes que naturalmente tiene dañada la fruta, así como también los huesos, semillas y en algunos casos, las cáscaras.
Maceración en azúcar
Una vez la fruta esté limpia y troceada, se procede a realizar el macerado de la fruta en azúcar, la cual funciona como conservante, y por supuesto endulzante. La clave en esta etapa es esperar a que todo el azúcar se disuelva en los mismos jugos de la fruta antes de cocinarla. No sin antes añadir un poco de zumo de limón, que es uno de los encargados de conservar las propiedades de la fruta en la conservación.
Cocción de la fruta
Cocinar la fruta es quizás la parte más difícil, ya que hay que cuidar mucho que no se pase de punto, pues se puede destruir la pectina. Entonces, el punto ideal para hacer la mermelada es cuando alcanza los 104 °C. Para ello se recomienda emplear un termómetro de cocina.
Conservación final de la mermelada
El paso final es el envasado, el cual se realiza cuando la mezcla de azúcar y frutas está aún caliente, ya que esta debe ser trasvasada dentro de unos frascos de vidrio previamente esterilizados al vacío.
Por último, es importante tomar en cuenta que la preparación de la mermelada es recomendable realizarla mínimo un par de semanas antes de su consumo, pues así se pueden asentar mejor los sabores, y disfrutar de todos los beneficios que estas conservas proporcionan.