(dpa) – Con la reforma migratoria en el limbo de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, cada vez son más las voces que piden al presidente Barack Obama que utilice su poder ejecutivo para frenar las deportaciones de los inmigrantes indocumentados.
Ante el inmovilismo de los republicanos, congresistas como el demócrata Luis Gutiérrez, uno de los más activos a la hora de defender la reforma migratoria, y organizaciones proinmigrantes han pedido a Obama que actúe y frene las deportaciones.
«Ha pasado un año desde que el Senado aprobó la reforma migratoria y durante todo este tiempo todo lo que hemos obtenido son promesas vacías, pobres excusas y acusaciones por parte de los republicanos», señaló hoy Eddie Carmona, jefe de campaña de la red nacional pro inmigrante PICO.
«Ya es sufiente. Nuestras familias están hartas de la falta de acción y desperadas por una solución. Por eso pedimos al presidente Obama que use su poder ejecutivo para detener la crisis de deportaciones», añadió Carmona, quien cree que el presidente tiene la «obligación moral» de hacerlo.
«El presidente se ha cruzado de brazos demasiado tiempo. Es hora de que proteja a nuestras familias de las deportaciones», añadió Lorella Praelli, una de las responsables de la organización juvenil de inmigrantes United We Dream.
Praelli considera que «el presidente no tiene excusa». «El dolor de nuestras familias están en las manos de un solo hombre: el presidente Barack Obama», añadió esta responsable de United We Dream.
Las organizaciones proimigrantes han sido hasta ahora muy críticas con la política de deportaciones de Obama, al que llaman «deportador en jefe», pues ha expulsado del país a más de dos millones de indocumentados desde que llegó a la Casa Blanca.
Un año después de la aprobación de la reforma migratoria en el Senado, con 68 votos a favor de cien, el proyecto de ley se encuentra estancado en la Cámara de Representantes ante la negativa de los republicanos, que tienen mayoría en la cámara baja, a someterla a un voto en el pleno.
Los demócratas aseguran que cuentan con los votos suficientes para que se apruebe la reforma migratoria en la Cámara de Representantes. Sólo falta que los republicanos fijen una fecha en el calendario de votaciones de julio.
A pesar de las fuertes presiones de los demócratas y de los grupos pro reforma migratoria, de momento los republicanos no han dado señales de que vayan a dar su brazo a torcer y poner fecha para el voto. Si no lo hacen en julio será muy díficil que se apruebe la reforma migratoria este año.
En agosto, los congresistas se van de vacaciones y a la vuelta en septiembre quedarán pocos días en el calendario legislativo para la votación, pues en noviembre se celebran elecciones legislativas: se renueva la totalidad de los 435 miembros de la Cámara de Representantes y un tercio de los cien escaños del Senado.
La derrota este mes de Eric Cantor, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, en las elecciones primarias republicanas en Virginia, no ha supuesto ningún cambio en la posición de los republicanos.
El hecho de que Cantor perdiera en las primarias de su distrito en Virginia ante David Brat, un desconocido profesor de economía cercano al movimiento populista Tea Party, ha hecho temer a muchos republicanos que si votan a favor de la reforma migratoria podrían correr la misma suerte que ellos y perder sus escaños en las elecciones de noviembre.
Tras la derrota de Cantor, muchos analistas se apresuraron a firmar el certificado de defunción de la reforma migratoria. Otros, en cambio, confiaron en que su sustituto en el puesto, el congresista por California Kevin McCarthy, resucite la reforma migratoria y ponga una fecha para el voto.
De momento, McCarthy no parece tener ninguna intención de revivir la moribunda reforma migratoria. Si no hace nada hasta el 31 de julio, la reforma migrataria quedará definitamente muerta y enterrada y será una de las promesas incumplidas de Obama.